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Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

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¿Vulnerabilidad de siempre? 1

Periódicamente, la vida urbana se interrumpe por un desastre de origen natural. Las imágenes de inun-daciones, terremotos, huracanes y otros eventos naturales destructivos nos llegan por los medios de comunicación, y despiertan nuestro horror, sorpresa y sentimientos de solidaridad con los afectados. Desde hace años la comunidad científica dedica tiempo y esfuerzo para conocerlos; estudia las posibilidades de aplicaciones tecnológicas y colabora en las tareas de predicción de eventos, reducción de la vul-nerabilidad de las poblaciones y mitigación de los impactos sobre el ambiente y la sociedad.

 

En numerosos relatos, la catástrofe, a pesar de sus efectos, ha sido relegada al olvido o a la anécdota. Un desastre de origen natural masivo sirve siempre como lupa de los comportamientos, tendencias y tensiones disimulados por la rutina. El desastre nos pone de cara a la naturaleza, a su fuerza y a nuestras posibilidades tecnológicas para mitigarlo; por otro lado, nos enfrenta a la riqueza y a la pobreza, y a las habilidades de transformar la tragedia en un negocio.


El fenómeno de El Niño, por ejemplo, desde hace décadas provoca cambios en la distribución de las lluvias. En el siglo XIX provocó hambrunas que mataron a millones de personas en una vasta región, que va desde Sudán hasta China. Por ello, en 1993 un artículo resaltó lo difícil que resulta predecir las hambrunas de África subsahariana, debido a la relación que éstas mantienen con el fenómeno de El Niño.2

Para la región andina de Ecuador y Perú, se ha puesto en evidencia que el fenómeno es antiguo.3 En 1581 una copla anunciaba las lluvias inusualmente intensas en la parte norte costera y seca de Perú:

En Trujillo y sus valles
llueve tanto
que en el campo arado
el pez anda nadando.

Un aspecto importante de este fenómeno son sus consecuencias en la política. En 1460, en Perú, las sequías asociadas al El Niño-La Niña provocaron hambres y pestes que crearon el ambiente propicio para una crisis política en el imperio inca. Unos años más tarde, en 1585, las lluvias torrenciales que destruyeron Lambayaque, ciudad de la cultura moche en Perú, provocaron el derrocamiento de su gobernador, a quien acusaron de ser el responsable directo de tales lluvias, por haber cambiado de sitio la estatua del fundador del pueblo.4



En el hemisferio norte, los registros evidencian cambios en la Corriente del Golfo de 1837 y de 1838, que hicieron que Noruega y Dinamarca estuviesen unidas, ya que se había congelado el mar alrededor de ellas. La Corriente del Golfo ha tenido otras oscilaciones, que hicieron que la temperatura durante el verano en Holanda no subiese de los 14ºC. Por esto, la preocupación por los efectos del calentamiento global que acentúa el clima extremo es legítima.5

Sin embargo, deberíamos evitar la postura del ser humano de colocarse totalmente en el centro de la escena, porque la naturaleza sigue siendo inmensamente superior y ciertos desastres de origen natural son sumamente difíciles y hasta imposibles de controlar, más allá de algunas medidas de mitigación y predicción. Recordemos que la vida estuvo al borde de extinguirse durante el período Pérmico, cuando repetidas erupciones de volcanes contaminaron el aire, la tierra y el agua, y alrededor de 95 por ciento de las especies se extinguieron.

Teniendo como referencia este cambio colosal, surge una pregunta inquietante: ¿cuánto podría evitar la tecnología si una catástrofe similar aconteciese en áreas pobladas? A veces apenas podemos pronosticar y controlar los efectos negativos de desastres recurrentes, como las tormentas tropicales y los huracanes (por ejemplo, el reciente Katrina).

Desde una perspectiva diferente, la fuerte preocupación política por las armas de destrucción masiva y por el terrorismo internacional, como amenaza a la vida de los habitantes de las ciudades, es enteramente lícita. No obstante, si las predicciones sobre la tendencia al clima extremo se confirman, éste causaría mucho más daño en más ciudades.

Los administradores y los políticos tienen un rango de preguntas bastante particulares frente a la responsabilidad que les cabe para reducir la vulnerabilidad: ¿podemos prevenir?; ¿cómo? ¿Podemos mitigar? ¿Sirven las alertas tempranas? ¿Cuánto cuestan estos sistemas? Estas últimas parecieran ser las más frecuentes por tener ciertas aplicaciones, como es el caso de las imágenes satelitales para las tormentas tropicales, los huracanes o los tifones. Japón, por ejemplo, cuenta con un sistema de alerta temprana que le permite un nivel aceptable de pronóstico sobre tsunamis. Sin embargo, se ha destacado que la imple-mentación de sistemas de alerta es un paso al que debe seguir un costoso sistema de mantenimiento y un plan de emergencia conocido por la población (ninguna práctica de alerta sirve si la población ignora cómo comportarse).


Igualmente, una obra de ingeniería es una respuesta desde el conocimiento científico y tecnológico, al que debe sumarse la respuesta social en términos de educación y de participación. Las medidas de prevención y reducción de la vulnerabilidad deben involucrar así a los que serán afectados.

Hasta hoy, los planes giran más en torno a cómo actuar durante la emergencia. El rescate y la asistencia, sin dudas, son cruciales; pero esto por sí solo no alcanza. También se debe salvar la infraestructura urbana sobre la cual se hace viable la actividad cotidiana, de lo contrario, los daños serán pagados con impuestos, habrá más endeudamiento y se revertirá con saldo negativo sobre los sectores más pobres.

La reducción de la vulnerabilidad es, en más de un sentido,
un compromiso para lograr una sociedad integralmente segura.


Margarita Gascón, gascon@lab.cricyt.edu.ar
Centro Regional de Investigaciones Científicas
y Tecnológicas (CRICYT) - Mendoza
Consejo de Investigaciones Científicas
y Técnicas (CONICET) - Argentina


1 Margarita Gascón, ed. Vientos, tsunamis, terremotos y otras catástrofes naturales. Historia y casos latinoamericanos. Buenos Aires, Biblos, 2005 (extracto).
2 www.isse.ucar/ijas (vista el 20 de noviembre de 2004).
3 www.elnino.noa.gov y www7.nationalacademies.org (vistas el 20 de diciembre de 2004).
4 Lorenzo Huertas. Diluvios andinos. Lima, Pontificia Universidad Católica de Perú, 2001.
5 Brian Fagan. The Long Summer: How Climate Changed Civilization. London, Granta, 2004.


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