Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

Tema especial: COMUNIDADES

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Fortalecer la capacidad local ante desastres: la experiencia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)

El Proyecto para la Reducción de la Vulnerabilidad en los países afectados por el huracán Mitch

El huracán Mitch, en octubre / noviembre 1998, nos mostró una vez más que durante los primeros momentos del impacto de un evento de esta magnitud, son las mismas comunidades, que sufren el desastre, las que tienen que organizar la respuesta inmediata a la tragedia que viven. Generalmente, en situaciones semejantes, las comunidades quedan aisladas de los principales centros de población y están obligadas a manejar como mejor pueden sus propios recursos durante varios días, en espera de asistencia externa.

A solicitud de los Ministerios de Salud de América Central, la OPS organiza y coordina una nueva experiencia para poner en marcha: Proyecto Centroamericano para la Reducción de la Vulnerabilidad en los países afectados por el huracán Mitch, el cual es financiado por los Gobiernos de Suecia (ASDI) y de Gran Bretaña (DFID). Este proyecto hace énfasis en actividades dirigidas a fortalecer la capacidad local ante desastres.

El Proyecto inició el 1° de abril del 2000 y cubre Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, por ser los más afectados por el huracán Mitch. En cada uno de estos países se seleccionaron comunidades piloto, con base en el criterio de ser lugares que sufrieron el impacto directo del huracán; además de ser zonas bajo riesgo de otras amenazas y también, con el criterio de viabilidad del proyecto, considerando la estructura, disponibilidad y presencia del Ministerio de Salud en esa comunidad.

Resultados del primer año

Durante el primer año de ejecución del Proyecto, las actividades identificadas en la Estrategia de Trabajo para el Fortalecimiento de la Capacidad Comunitaria, comienzan por caracterizar la población de cada comunidad e identificar las fortalezas y debilidades. Con base en ello, se destacó la gran heterogeneidad entre y dentro de los países del Proyecto, principalmente a lo que se refiere a las características de los actores claves que intervienen en cada comunidad.
Considerando las diferencias y similitudes, se organizaron y ejecutaron múltiples actividades, comenzando con procesos de capacitación a comunidades y a conformar facilitadores del proceso de trabajo. Entre las actividades en materia de capacitación, las más destacadas fueron las siguientes:

  • Talleres de capacitación para capacitadores (facilitadores) en el tema de desastres, dirigidos a líderes comunitarios, personal del Ministerio de salud (nivel local), miembros de ONG’s y funcionarios de las municipalidades.
  • Talleres de preparativos para desastres dirigidos a población local y miembros de las municipalidades.
  • Talleres para la comunicación social y desastres para el nivel local, dirigidos a comunicadores y educadores del Ministerio de Salud y otras personas viviendo y/o trabajando al nivel local con algún desempeño en actividades relacionadas con comunicación social
  • Capacitación intensiva en desastres del personal local del sector salud

Adicionalmente se apoyó el desarrollo de otras áreas de trabajo con miras a fortalecer la capacidad local, por ejemplo mediante la formulación, publicación y/o distribución de diversas guías relacionadas con la gestión del riesgo y la dotación de equipos para centros de operaciones de emergencias locales.


Oportunidades para el trabajo en el nivel local

A pesar de que existe una escasa experiencia en el trabajo al nivel local referente a desastres y por ende una limitada disponibilidad de herramientas y materiales pertinentes, el trabajo comunitario en el Proyecto ofrece muchas oportunidades para las poblaciones, para alcanzar resultados exitosos.

En años anteriores la cooperación italiana ya había hecho un importante esfuerzo inicial para la creación de Comités de Emergencia Locales (CLE) en algunos países. Lamentablemente no hubo trabajos adicionales de seguimiento y fortalecimiento de estos CLE y muchos de ellos desaparecieron o se estancaron; sin embargo, el concepto y la conciencia de la necesidad de conformar y fortalecer los CLE quedó bien arraigado.

Se entiende además, que en el ámbito comunal, los ejecutivos de actividades en desastres son los mismos beneficiados, lo que trae como ventaja una mayor motivación y se logra acumular una rica experiencia entre las comunidades en materia de gestión del riesgo.

La OPS, con amplio conocimiento del sector salud en la región, y como figura clave en el campo de preparativos para desastres en las comunidades, logra canalizar el Proyecto a través de los Sistemas Locales de Salud (en el caso de Guatemala, esta estrategia se ve fortalecida gracias a oficinas descentralizadas de la OPS en Zacapa). Mediante este canal en la práctica se ha logrado una mayor efectividad e impacto del Proyecto, debido a que el sector salud en la estructura local a menudo forma el núcleo social de las comunidades.

Participación social

Para llegar a una mayor sostenibilidad de las actividades, el proyecto pretende realizar una parte importante del Proyecto mediante la autogestión comunitaria. Esto significa, que las poblaciones y comunidades objetivo, participan activamente en materia de consulta y toma de decisiones sobre los trabajos que impulsa el Proyecto.

Este esfuerzo, sin embargo, a menudo se ve obstaculizado por estructuras y cultura política existentes en la región, muchas de las cuales inhiben la apertura de instituciones nacionales ante la descentralización de conocimientos, recursos y responsabilidades, principalmente, pero no exclusivamente, cuando existe una discrepancia partidaria entre las autoridades a nivel central y las del nivel local. También se presenta el caso contrario, cuando autoridades municipales, por razones de tipo político, frecuentemente marginan a ONGs allí presentes, que podrían coadyuvar en los procesos, por estimar que sus planteamientos no coinciden con sus convicciones políticas.

Afortunadamente esta situación no siempre presenta esta tendencia. En Nicaragua, por ejemplo, se cuenta con una experiencia amplia de participación social, producto de los procesos políticos vividos por las comunidades durante las últimas décadas; esta cultura de participación en proceso y toma de decisiones sobre asuntos que les competen ha persistido en las comunidades piloto del Proyecto.

Cabe destacar, finalmente, que el Proyecto, en los tres años que le quedan, pretende fomentar la participación de la mujer en la gestión del riesgo, puesto que ella tiene una vulnerabilidad específica ante desastres.

Para mayor información favor visitar:
www.disaster.info.desastres.net/saludca/desastresCR


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