Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

 

Desastres y amenazas en la región

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Más de 300,000 guyaneses resultaron afectados por las grandes inundaciones: un tercio de ellos eran niños y niñas

En enero del 2005, unas lluvias torrenciales sin precedentes ocasionaron las más severas inundaciones que Guyana haya experimentado en más de un siglo.

Después de varios días de lluvia, los residentes de la costa oriental del país y de diversas partes de Georgetown, se encontraron repen-tinamente atrapados en sus hogares. Otras miles de personas se vieron obligadas a huir a lugares más seguros. En algunas zonas de la costa oriental de Demerara, el agua en las casas alcanzó niveles hasta de 5 pies. A pesar de que la mayoría pudo encontrar refugio con algún familiar o amigo, al igual que con vecinos en pisos más altos, muchas familias no tuvieron más remedio que refugiarse en albergues temporales. Muchos comercios, oficinas gubernamentales, centros de salud y cortes tuvieron que cerrar, al igual que todas las escuelas primarias y secundarias ubicadas en las zonas afectadas. Asimismo, las principales carreteras se inundaron y quedaron intransitables, lo que hizo que fuera más difícil para los equipos de rescate llegar hasta las comunidades; el único medio de transporte eran los botes. Un mes después de las inundaciones, se calculaba que unas 92.000 personas todavía tenían agua dentro y alrededor de sus hogares. También, una gran cantidad de pobladores tuvo que hacerle frente al agua en sus terrenos por un período de hasta seis semanas.

Las lluvias azotaron particularmente el tramo costero entre la capital, Georgetown y Mahaica, en la ribera occidental del río Demerara. Esta región está densamente poblada y alberga a casi la mitad de la población del país. Por ello, unas 350.000 personas resultaron afectadas (casi el 50% de la población de Guyana, que asciende a 740.000 habitantes), de las cuales unas 275.000 resultaron seriamente perjudicadas. Casi un tercio de las víctimas eran niños, niñas y más de la mitad mujeres. La mayoría de los afectados eran agricultores y pequeños comerciantes (incluyendo a muchas mujeres solteras jefas de hogar) de bajo estrato socioeconómico. Las inundaciones afectaron significativamente sus fuentes de sustento, debido a los daños ocasionados a la propiedad personal como a la pérdida de sus bienes productivos o de sus ingresos laborales durante varias semanas. Asimismo, treinta y cinco personas perdieron la vida por causa de las inundaciones.

En plena emergencia, unas 5.000 personas, incluyendo bebés, encontraron refugio en alguno de los más de 30 albergues temporales, instalados básicamente en los pisos más altos de las escuelas. Durante ese tiempo, unas 40.000 familias (200.000 personas), dependieron de raciones de alimentos o de la entrega de comida ya preparada. Además, unas 50.000 familias que vivían en las zonas afectadas tuvieron que pender durante varias semanas de la entrega de agua en sus hogares y en los albergues, o bien, mediante los tanques estáticos ubicados a lo largo de los caminos.

El sistema escolar se interrumpió totalmente durante seis semanas. Algunas escuelas tuvieron que cerrarse por dos meses y medio y muchas de ellas, se utilizaron   de albergue por tener dos plantas. Unas 261 escuelas primarias y secundarias se cerraron, por lo que aproximadamente 83.000 niños y niñas perdieron clases en un período crítico - justo antes de los exámenes nacionales y regionales obligatorios en el Caribe.

La carencia de agua potable y el riesgo de mayor contaminación en un ambiente ya de pos sí contaminado, se constituyó en la principal amenaza, especialmente para los infantes y los niños pequeños, los que se encontraban en un mayor riesgo de contraer enfermedades a través del agua. La gente tuvo que caminar sobre agua estancada y contaminada por varios días para poder obtener alimentos y agua potable. Muchos centros de salud en las zonas afectadas -de los cuales dos tercios se inundaron- no podían funcionar ya que el equipo así como las provisiones médicas se dañaron.

Aunque las inundaciones moderadas se producen con frecuencia en Guyana, esta generación nunca había experimentado un desastre de tal magnitud. Los niños y niñas resultaron especialmente afectados, inmersos en una sensación de inseguridad y confusión. El trauma asociado a las inundaciones y el hecho de que mucha gente estuviese viviendo en lugares demasiado aglomerados también fue fuente de tensión. Unos dos meses después de la última inundación, las aguas ya se habían retirado y las oscuras nubes se habían ido a lo alto. Los guyaneses, sin embargo, están preocupados porque   ya se acerca la época de lluvia -entre mayo y junio- y temen otro posible desastre por inundación.

La respuesta de UNICEF

De conformidad con los compromisos básicos corporativos de UNICEF para la infancia en situaciones de emergencia, la respuesta de este organismo ante las inundaciones de enero centró su atención en las áreas de salud, agua y saneamiento, nutrición, protección infantil y educación   mediante los grupos de trabajo gubernamentales y Ministerios sectoriales. Al principio del desastre, en enero del 2005, el Gobierno de Guyana inicialmente destinó unos 200 millones de dólares guyaneses (aproximadamente US $1 millón) para ayuda de emergencia. Asimismo, se establecieron cinco grupos de trabajo en salud, agua, albergues, seguridad alimentaria e infraestructura, bajo la coordinación del a Comisión para la Defensa Civil (CDC).

El mayor desafío fue salvaguardar la salud y el bienestar de los niños, niñas y sus familias.   Por lo tanto, los esfuerzos de socorro se centraron en garantizar el acceso al agua limpia,   un saneamiento adecuado y en asegurarse que los desechos sólidos y humanos se eliminaran debidamente.

La empresa Guyana Water Incorporated (GWI) colocó más de noventa tanques de agua de 400 galones a lo largo de los principales caminos costeros, los cuales, con frecuencia llenaban los tanques cisterna. UNICEF suministró sesenta de esos tanques, al igual que otros cuatro de 1.500 litros de capacidad. Además, proporcionó 15.750 contenedores de agua (de 10 litros cada uno), que las familias utilizaron para obtener el líquido de los tanques estáticos y 14.000 tabletas de purificación de agua que se distribuyeron entre los hogares.

Una parte importante de la respuesta del Grupo de Trabajo de Salud fue el establecimiento de equipos móviles para emergencias, con el propósito de brindar servicios inmediatos de salud, al igual que educación en salud pública a los residentes de las comunidades afectadas. De forma inmediata, UNICEF proporcionó cinco equipos médicos con lo esencial para atender a 1.000 personas cada uno. Mediante esta respuesta de emergencia, también ofreció apoyo técnico y logístico a través de 10 voluntarios expertos en la promoción de higiene, los cuales formaron parte de los equipos móviles. UNICEF, en colaboración con la OPS, también brindó apoyo en la transmisión televisiva de mensajes de salud pública, con el fin de ofrecerles orientación a las comunidades afectadas.

A través del Ministerio de Salud, UNICEF ofreció artículos sanitarios esenciales y para el agua, incluyendo 25.000 sobrecitos orales de sal rehidratante, al igual que 40   contenedores grandes de agua y 3000 cubetas utilizadas para eliminar desechos y excrementos. En apoyo a la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF, por sus siglas en inglés) relativo a la gestión de los albergues, UNICEF equipó estos refugios temporales con artículos sanitarios básicos y para el agua, al igual que con productos de higiene personal y 3000 frazadas. Para proteger a los niños de las picaduras de insectos, también entregó 6.480 mosquiteros previamente tratados; existe una carencia muy grande de este tipo de mosquiteros en el país y durante las inundaciones, se les distribuyeron a las familias en los albergues, como parte del paquete familiar de artículos básicos para que regresaran a sus hogares. Actualmente, 16 centros del Ministerio de Salud se los facilitan a las madres bajo cuidados neonatales y a sus bebés en las zonas afectadas. En la etapa de recuperación, UNICEF ha estado suministrando equipo de obstetricia y otras unidades esenciales que se dañaron o se perdieron totalmente durante las inundaciones.

En relación con la nutrición, se hizo énfasis en garantizar que las poblaciones afectadas tuvieran acceso a los alimentos, especialmente los grupos más vulnerables tales como niños, niñas, mujeres embarazadas y en lactancia. Debido a las solicitudes urgentes recibidas, durante los primeros días de la emergencia, UNICEF suministró 600 raciones de alimentos secos. Se distribuyeron de forma tal que una familia se podía alimentar durante una semana, especialmente en los hogares ubicados en las zonas más difíciles de llegar, cuyo acceso solo era posible en bote. Para hacerle frente a las secuelas de las inundaciones, UNICEF le está prestando asistencia al Ministerio de Salud para la   intensificación del programa de nutrición en las zonas afectadas.

UNICEF también trabajó estrechamente con la Fuerza de Defensa de Guyana para garantizar que se equipara a los albergues temporales con sitios adecuados para niños y niñas. A través de su red de ONG socias, UNICEF brindó apoyo psicosocial, educativo y recreativo, desarrollando las capacidades de los voluntarios en los albergues y suministrando artículos educativos y lúdicos. Se les brindó capacitación en habilidades psicosociales a los maestros, profesionales de salud, líderes comunitarios y encargados del cuidado de la salud. Durante la etapa de recuperación, UNICEF ha ampliado su colaboración con el Gobierno, las agencias gubernamentales y las ONG, para apoyar la prestación de servicios psicosociales a través del sistema de salud y de educación. Se instaurará un total de 10 sitios adecuados para niños y niñas con el propósito de integrarlos a la comunidad y los centros de salud existentes y se realizarán actividades lúdicas en diversas escuelas a lo largo de la costa oriental.

El Ministerio de Educación le solicitó a UNICEF que coordinara esfuerzos para lograr una rápida reanudación de los servicios de educación básica para los niños y niñas. Al respecto, UNICEF suministró materiales esenciales de limpieza y brindó apoyo a la fumigación profesional de 261 escuelas primarias y secundarias. Actualmente, se encuentra brindándole apoyo al Ministerio en la rehabilitación y modernización de las instalaciones de saneamiento y agua, y proporcionándoles material didáctico a unas 40 de las escuelas más necesitadas. El proyecto también institucionalizará la educación sobre higiene en las escuelas para así concientizar a los estudiantes, maestros y   miembros de la comunidad sobre las buenas prácticas sanitarias.

Impacto de las actividades de UNICEF

Directa o indirectamente, el apoyo de UNICEF llegó a unas 275.000 personas tanto en Georgetown como en los poblados de la costa oriental.

El suministro de agua segura y potable redujo la mortalidad y morbilidad producidas por las enfermedades diarreicas. Las intervenciones combinadas en las áreas de salud, agua y saneamiento trajeron como resultado la estabilización de las poblaciones afectadas y una reducción inmediata de las enfermedades portadas por el agua (incluyendo la leptospirosis), al igual que el dengue y la malaria, en particular entre los infantes, los niños y niñas pequeños. De un total de las 35 muertes atribuidas a las inundaciones, ninguno era niño o niña. Las evidencias anecdóticas sugieren que los casos de diarrea han disminuido como resultado de la promoción de la higiene.

Se han capacitado a unos 240 maestros, trabajadores sociales y voluntarios de las ONG en habilidades psicosociales, llegando hasta gran cantidad de niños, niñas y sus familias mediante el sistema educativo y los servicios comunitarios. A largo plazo, la educación pública en torno al agua y el saneamiento, al igual que la capacitación para brindar apoyo psicosocial ejercerán un impacto sostenido en el cambio de comportamiento y la prevención de una futura inundación, al igual que la forma de enfrentarla.

La reanudación de los servicios básicos de educación para los niños y niñas mediante la rehabilitación de los edificios escolares y su mobiliario, al igual que la entrega de material educativo, le permitió a unos 83.000 niños y niñas asistir a las clases y finalizar sus pruebas anuales obligatorias. El hecho de poder garantizar la existencia de sitios adecuados para niños y niñas en los albergues y de llegar hasta las comunidades contribuyó a la mitigación del trauma y la incidencia psicosocial en las vidas de los niños y niñas. También colaboró en el cambio de comportamiento y tuvo un impacto positivo en la prevención de los conflictos.

En términos generales, las intervenciones de UNICEF sirvieron de forma estratégica para fortalecer la capacidad del Gobierno de Guyana y de las autoridades locales en cuanto a las actividades de preparación y atención frente a severas situaciones de emergencia, que afectan la supervivencia y el desarrollo de los niños y niñas. El conocimiento especializado de UNICEF en el campo de la gestión y atención de desastres, situando a la vanguardia los derechos de los niños, niñas y de las mujeres, sirvió de apoyo a las capacidades locales, reforzó los protocolos existentes   y contribuyó al establecimiento de mecanismos de atención a las emergencias con base en estos derechos, tanto dentro del Gobierno como en las dependencias de la ONU y las organizaciones de la sociedad civil.

Para mayor información contactar a: UNICEF, Oficina Regional para las Américas y el   Caribe
Ivan Yerovi
iyerovi@unicef.org


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