Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

Desastres en la Región

Anterior
Contenido
Siguiente


Evaluaci�n del impacto socioecon�mico y ambiental de las inundaciones en Rep�blica Dominicana

En respuesta a la solicitud del Gobierno dominicano y en el marco del acuerdo interinstitucional con el PNUD, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL asumió la responsabilidad de llevar a cabo la evaluación del impacto socioeconómico y ambiental de los efectos de las inundaciones en la zona del Cibao y en las cuencas de los ríos Yuna y Yaque del Norte de noviembre del 2003. Además proponer algunas líneas de acción y perfiles de proyectos no sólo para superar la emergencia ocurrida sino también para avanzar en una mejor gestión de los riesgos mediante la prevención y la mitigación.
Cabe señalar, que a este evento acompañaron otros fenómenos de tipo sísmico (un terremoto en la costa norte del país) y el huracán Odette, que golpeó el sur del país cuando ya se había dado por concluida la temporada de huracanes.

Las inundaciones se extendieron por las poblaciones de la Línea Noroeste, en la cuenca del río Yaque del Norte y Villa Riva hasta Limón del Yuna, en la cuenca baja del río Yuna, con pérdidas humanas y en el ganado, la agricultura, infraestructura productiva y vivienda.

Las perturbaciones climáticas de una vaguada desde los niveles medios de la atmósfera baja hasta la superficie, sobre la parte oriental del país, generaron nubosidades y precipitaciones que se manifestaron fuertemente en la cordillera Central, el valle del Cibao y la zona Noroeste, así como en la llanura Oriental.

La magnitud global de los daños directos e indirectos asciende a 42,5 millones de dólares, de los cuales 32,6 son pérdidas directas y 9,9, son efectos indirectos, conforme a la metodología de la CEPAL. Además, se registraron pérdidas en el sector externo por 9,2 millones de dólares. El efecto mayor fue en el sector productivo (73,1%), principalmente la agricultura; en los sectores sociales (7,5%) se resintió en vivienda, servicios de salud y agua, y saneamiento. El perjuicio más sensible ocurrió entre la población de la región norte, que ya presentaba los mayores grados de fragilidad y exposición a riesgos climáticos y de salud. En particular, fue más acentuado en los grupos de mujeres que tienen que asumir el papel de jefas de hogar, mientras sus compañeros buscan empleos alternativos para rehacer sus viviendas y recuperar sus medios de producción.

Como consecuencia de las fuertes lluvias e inundaciones se reportaron daños en viviendas, centros educativos, oficinas gubernamentales, caminos y puentes, y más de 9.400 familias (en gran número de origen haitiano) fueron afectadas de manera distinta por las inundaciones. Muchas comunidades quedaron aisladas, se perdieron cultivos y ganado.

Los efectos combinados de las lluvias y las inundaciones tuvieron un efecto de menor envergadura en la infraestructura del país. Sin embargo, la topografía de la isla conlleva altos grados de vulnerabilidad y la necesidad de continuar realizando inversiones de mantenimiento en partes importantes de la red de líneas vitales.

Desde el punto de vista hidrológico, las inundaciones en las cuencas del río Yaque del Norte y el río Yuna fueron el resultado de una combinación de un evento extremo (precipitaciones de gran magnitud e intensidad en presencia de suelos saturados que hicieron que la mayor parte del agua caída escurriera) con situaciones de vulnerabilidad (ocupación de áreas inundables con viviendas e infraestructura para actividades agro-pecuarias). Un factor agravante, cuya importancia es difícil de medir, está constituido por la pérdida de cubierta vegetal (principalmente bosques) en las cuencas y subcuencas. Los bosques juegan un papel muy relevante en la regulación del régimen hídrico, favoreciendo la infiltración del agua y, por tanto, disminuyendo la escorrentía. Los últimos estudios realizados en la República Dominicana muestran que las cuencas medias y bajas de los dos ríos han sufrido un proceso de sustitución de los bosques a otros usos y las cuencas altas también están sometidas a diferentes tipos de presiones. Con respecto a infraestructuras que hayan podido afectar el escurrimiento natural de las aguas, hay que considerar la existencia de varios embalses que, en general, contribuyeron a reducir los caudales de salida y evitaron la ocurrencia de mayores daños.

Esta pérdida neta de acervo tendrá consecuencias menores sobre la capacidad de ahorro y formación de capital en el país, al darse en un momento de gran fragilidad y crisis en la economía del país, y por ello requirió de la cooperación internacional para superar la emergencia.

El sector agropecuario del país (en especial las musáceas —guineo y plátano— y el arroz) fue el más afectado por las inundaciones, principalmente los cultivos de las personas que las sufrieron directamente. De acuerdo con estimaciones de la Secretaría de Estado de Agricultura (SEA), las superficies afectadas de estos cultivos no fueron muy grandes y ascendieron a 20% y 6%, respectivamente; sin embargo, las pérdidas económicas fueron de consideración, ya que parcialmente estos cultivos son de orientación exportadora.

Consideraciones finales

Sectorialmente, el efecto mayor se resintió en los productivos (73%), con un marcado énfasis en los daños sufridos por la agricultura. Ello tiene consecuencias sobre el balance comercial tanto por la reducción de exportaciones en rubros del sector —guineo, plátano y arroz— como por las incrementadas importaciones para suplir la producción destinada al consumo interno. La cuantificación realizada estimó la magnitud global de los daños directos e indirectos en 42,5 millones de dólares, de los cuales 77% corresponden a daños directos y 23% a daños indirectos. El sector agrícola fue el más afectado por las inundaciones con el 73% de los daños totales, seguido por el sector transporte con 17% y salud con 4%.

En los sectores sociales la principal afectación se produjo en el sector salud y en el de agua y saneamiento. En la vivienda, las pérdidas totales pudieron haber sido mayores, pero aun así afectaron negativamente a más de 1.000 familias, y se perjudicó la calidad de vida de una porción importante de la población de la región norte del país, justamente aquella que ya estaba en condiciones de menor bienestar y presentaba los mayores grados de fragilidad y exposición a riesgos climáticos y de salud.

En suma, lo ocurrido más que un evento de gran impacto económico es una reiteración de la vulnerabilidad del país que se asocia a una gestión de cuencas no integral. Si bien en sentido estricto la mayor afectación se presentó en los sectores productivos y sociales, en términos cualitativos los perjuicios de los sectores sociales son de significación particular. De especial relevancia en este contexto son los grupos de mujeres que tienen que asumir el papel de jefas de hogar, mientras sus compañeros buscan empleos alternativos en otras zonas y sectores para rehacer sus viviendas y recuperar sus medios de producción. Su atención en el contexto de la reconstrucción debería, por lo tanto, adquirir una mayor importancia y prioridad.

Como respuesta a las inundaciones evaluadas se proponen proyectos por 151,8 millones de dólares, concentrados en prevención (28,3%) y mejor gestión integral de las cuencas (60,1%), con un triple beneficio: mejorar abasto de agua para uso humano y para riego, ampliar la capacidad hidroeléctrica y disminuir la dependencia energética de importaciones, además de atenuar la vulnerabilidad ante inundaciones.

Para mayor información contactar a:
Ricardo Zapata
rzapata@un.org.mx
CEPAL



Anterior
Contenido
Siguiente
  © ONU/EIRD