Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

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La falta del agua dulce:
la principal amargura durante el desastre


Ing. Claudio Osorio
CEPIS

cosorio@cepis.ops-oms


La accesibilidad del ser humano al agua dulce le ha permitido asentarse, desarrollarse, recrearse y asegurar su supervivencia y salud.

El ser humano y el uso que da al agua dulce entre otras cosas ha estado vinculado a la producción de alimentos y generación de energía. Sin embargo el uso cotidiano donde a diario hombres, mujeres, niños y ancianos hace uso de esta, se relaciona con el acceso al agua para satisfacer necesidades básicas como el agua para bebida, higiene personal y alimentación. La privación del acceso al agua dulce ya sea en cantidad o calidades adecuadas pone en riesgo su salud y calidad de vida.

Por lo anterior, desde hace décadas los países y organismos de cooperación han venido trabajando en asegurar el abastecimiento de agua para bebida de la población mundial en cantidades suficientes que aseguren su existencia y con las calidades adecuadas que le permitan el pleno desarrollo de las poblaciones.

Considerando que la producción de agua para el consumo humano tiene su base en la disponibilidad del agua dulce en el medio ambiente, paralelamente se ha trabajado en proteger las cuencas y fuentes naturales de agua de su degradación y contaminación. El aumento en los procesos de desertificación de algunas zonas del planeta dejan en evidencia que todavía queda mucho por hacer, ya que este fenómeno no es simplemente la falta completa de agua, si no la destrucción total del medioambiente y sus ecosistemas.

Contar con agua dulce en cantidades suficientes durante tiempos normales es de importancia vital para la vida, salud y desarrollo de los pueblos. Sin necesidad de ejemplificar se puede entender lo imprescindible que resulta contar con la misma durante situaciones extremas como pueden ser conflicto sociales y situaciones de desastres.

Si bien se debe reconocer la incidencia que han tenido las amenazas de origen hídrico tales como inundaciones, huracanes y sequías en los últimos años como principales causas de las situaciones de desastres, debido a la continua degradación ambiental y a la falta de consideración de estos fenómenos en los procesos de planificación y toma de decisiones, en el ordenamiento del territorio y asentamientos humanos. También es necesario destacar durante este año 2003 establecido como “Año Internacional del Agua Dulce”, que el aseguramiento del abastecimiento de agua apta para el consumo humano durante situaciones de desastres es un asunto de primera necesidad para atender la emergencia y asegurar un rápido retorno a la normalidad de las comunidades afectadas.

La disponibilidad del agua en cantidad y calidades adecuadas después de un desastre es un asunto de primera necesidad luego de haber atendido las necesidades de búsqueda y rescate. La disponibilidad de agua apoya las tareas de rescate, extinción de incendios luego de terremotos, asegura la adecuada atención médica, protege la salud de la población y reactivación de las actividades productivas y comerciales. Sin embargo, la infraestructura de agua potable muchas veces cae en los mismos vicios que el resto de la infraestructura y se ve tanto o más afectada que el resto de la infraestructura expuesta a la ocurrencia de desastres, sin importar si se tratan de inundaciones, huracanes, sismos, erupciones volcánicas, etc.

Los daños en la infraestructura física de los sistemas de abastecimiento de agua luego de la ocurrencia de un desastre, ha sido un hecho recurrente, el cual en algunas oportunidades, la falta de suministro de agua se ha extendido por períodos de semanas y hasta meses. Por ejemplo durante el huracán Mitch , sólo en Honduras el 75% (4,5 millones de hondureños) de la población se vio privada o presentó dificultades de acceder a los servicios de agua y saneamiento, donde además se estimó que a raíz de los daños, el sector de agua retrocedió tres décadas de trabajos y logros por alcanzar la cobertura universal de dichos servicios. Tres décadas que se perdieron en una semana y que tardará varios años para llegar a los niveles alcanzados hasta antes del Mitch.

Pretender pensar que es posible planificar o improvisar la distribución de agua durante situaciones de desastres por medio de camiones cisternas u otras maneras para toda la población afectada por el desastre por tiempos prolongados, representa un desafío logístico y disponibilidad de recursos que difícilmente nuestros países pueden asumir. Generalmente ha quedado en evidencia que ni las grandes ciudades cuentan físicamente (camiones, estanques, etc.) con los recursos logísticos necesarios para la distribución de agua durante la emergencia y mientras se rehabilitan los sistemas de agua dañados directamente por el desastre.

El paradigma que mucho agua o muy poca...principal causa de los desastres, puede reformularse cuando hablamos de la disponibilidad de agua durante el desastre mismo, ya que la falta de agua dulce mucha veces afecta a la población que no fue directamente afectada por el desastre y por el sólo hecho de carecer del servicio se convierten en otro afectado más.
La manera más viable y económica de asegurar el abastecimiento de agua durante situaciones de desastres, es que dicha infraestructura sea ubicada, diseñada y construida considerando la presencia de las amenazas naturales como factores condicionantes y estimando el posible impacto de los mismos. Asimismo en la infraestructura de abastecimiento de agua existente se debe incorporar medidas de mitigación que aseguren el funcionamiento de los sistemas en condiciones tales que permitan a las instituciones prestadoras de estos servicios atender la emergencia con los recursos que disponen.

Una situación crítica a tener en consideración, es que no siempre los técnicos y tomadores de decisión encargados de la planificación de la infraestructura de agua podrán evitar ubicar su infraestructura fuera de zonas de riesgo, ya que cuando la misma población a la cual ellos sirven está asentada en zonas de peligro, representa el “pecado original” de cualquier intento en reducir la vulnerabilidad. De hecho en muchas oportunidades las autoridades locales “legalizan” los asentamientos humanos ubicados en zonas de riesgo entregándoles servicios básicos. Pudiendo en cambio, utilizar la entrega de estos servicios como la herramienta de planificación que les permita definir las zonas seguras para el asentamiento de las poblaciones.

Mientras se busca lograr un enfoque integral de la gestión del riesgo a escala local, las autoridades deben reconocer que se pueden obtener avances sectoriales independientes en las tareas de reducción de la vulnerabilidad de las comunidades y su infraestructura, que permitirán obtener la sinergia deseada. Es así y teniendo en cuenta la importancia de la infraestructura de agua potable en la atención y recuperación de las situaciones de desastres, las autoridades locales deberían considerar a este sector en todas sus iniciativas e impulsarlo para que por sí solo atienda las necesidades propias para reducir la vulnerabilidad de su infraestructura, para así asegurar el suministro de agua a la población, de modo de entregar el respaldo y tranquilidad de las autoridades al momento del desastre.

 

 

 

Para mayor información contactar a:
Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (CEPIS)
www.cepis.ops-oms.org
desastre@cepis.ops-oms.org


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