Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

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Antigua, Guatemala
Consulta Hemisférica sobre Alerta Temprana


En la ciudad de Antigua, República de Guatemala se reunieron 85 participantes de 19 naciones del hemisferio incluyendo expertos en alerta temprana, autoridades públicas, organizaciones subregionales, regionales e internacionales, ONGs, líderes comunitarios, y representantes de los medios de comunicación, del 3 al 5 de junio del 2003, para discutir diversos aspectos con respecto a los sistemas de alerta temprana.

Durante la conferencia, representantes de diversas instituciones y agencias de rango que operan a escala regional, nacional y local intercambiaron ideas y experiencias relativas a los procesos y sistemas instalados a lo largo del hemisferio para alertar sobre la inminencia de los muchos fenómenos naturales adversos que golpean a la región. Hubo consenso en torno a la importancia de reducir el impacto de las amenazas naturales mediante diversas estrategias integradas, entre ellas el desarrollo adicional de tales sistemas de alerta.

Dentro del proceso de reducción de desastres, también llamado gestión del riesgo, los sistemas de alerta temprana desempeñan un papel crucial al congregar a instituciones de diversos sectores con antecedentes muy distintos pero con una meta común: advertir a la gente que vive en zonas de alto riesgo con la suficiente anticipación para minimizar las pérdidas que puede traer un desastre.

Aunque los avances en este campo varían considerablemente de país en país, y de región en región, hoy en día se reconoce ampliamente que la alerta temprana es un componente esencial de los esfuerzos por reducir los desastres y, como tal, debe entenderse en el contexto de la prevención, preparación y mitigación de los desastres. Para ser eficaz, no obstante, la alerta temprana debe entenderse como un proceso que abarca no solo el pronóstico de eventos adversos en sus dimensiones temporales y geográficas, sino también la respuesta satisfactoria de aquellas personas directamente afectadas por estos fenómenos naturales.

Los expertos y especialistas que se reunieron para la Consulta Hemisférica sobre Alerta Temprana (CHAT, también conocida como HCEW por sus siglas en inglés) destacaron el hecho de que el proceso de alerta temprana involucra la colaboración de muchos actores con antecedentes muy diversos, lo cual exige que utilicen un lenguaje mutuamente comprensible y coordinen sus esfuerzos con las autoridades, los funcionarios de las otras instituciones, los voluntarios locales y los líderes comunitarios.

Si bien el proceso en sí es bien conocido por los expertos, siguen existiendo desafíos que deben encararse con respecto a este proceso. Por una parte, algunas amenazas naturales todavía no son lo suficientemente bien entendidas como para poder proporcionar vaticinios oportunos y precisos utilizables por las instituciones y la población para responder eficazmente. Esta falta de conocimientos precisos sobre la dinámica de estos fenómenos complejos solo podrá superarse emprendiendo enormes esfuerzos de investigación y aplicación de técnicas por parte de diversas instituciones, comenzando así a fijar procedimientos que permitan emitir alertas apropiadas.

Tan importantes como la comprensión científica de estos eventos naturales son los aspectos sociales de la alerta temprana, los cuales no pueden descuidarse. Si una población no comprende cabalmente una alerta, ello puede provocar una respuesta deficiente que en el peor de los casos implicará numerosas fatalidades y pérdidas. De manera similar, el manejo inapropiado de información por parte de los medios de comunicación, así como el uso indebido de Internet, puede provocar respuestas indeseables.

Dentro de la comunidad de quienes estudian y practican la alerta temprana, es comúnmente aceptado que tales advertencias tienen como fin promover una respuesta correcta por parte de quienes se verán afectados por los fenómenos en cuestión, ya sea evacuando las zonas de alto riesgo o emprendiendo actividades alternativas que minimicen las pérdidas provocadas por las amenazas naturales. Los huracanes son un ejemplo del tipo de fenómenos en que la alerta promueve la evacuación de las poblaciones aledañas a las costas y la preparación de las edificaciones para resistir el impacto de los fuertes vientos y mareas y las lluvias torrenciales. En cambio, las alertas relativas a fenómenos de largo plazo como las sequías o El Niño pueden conducir a cambios en las actividades agropecuarias o económicas, dependiendo de la geografía local, ya que El Niño puede provocar sequías o bien precipitaciones masivas según la región del hemisferio en que se manifieste el fenómeno. En este caso, la respuesta de la comunidad agropecuaria sería, lógicamente, reconocer los efectos probables y tomar decisiones sobre los cultivos o crías más recomendables para reducir las pérdidas.

De lo anterior se desprende que la alerta temprana involucra tanto fenómenos fugaces como prolongados. Sin embargo, tomando en cuenta la dinámica de los diferentes tipos de fenómenos naturales, debe reconocerse que cada tipo de evento ofrece un margen de tiempo diferente para alertar sobre el mismo y responder a él. La experiencia mexicana con respecto a los terremotos, así como las vividas por América Central ante erupciones volcánicas, solo permiten un intersticio de pocos minutos para emitir una alerta: lo suficiente para tomar algunas medidas, pero no para evacuar ciudades enteras. En cambio, los huracanes pueden hoy pronosticarse con varios días de anticipación, lo cual da a la gente y las autoridades tiempo suficiente para prepararse. De modo similar, sistemas de alerta temprana apropiados para fenómenos de mediano o largo plazo como las sequías y El Niño permiten la ejecución de estrategias de de sarrollo correctas que conduzcan a una reducción sostenible del riesgo.

En América Central, la región anfitriona del encuentro, los esfuerzos por fomentar la alerta temprana recibieron un enorme espaldarazo luego de que el huracán Mitch devastó a cuatro de los países del istmo. Organizaciones gubernamentales y no gubernamentales colaboraron en la implementación de numerosos sistemas de alerta temprana de diversos tipos, particularmente en el caso de las inundaciones. El impacto general de esta mayor atención a la alerta temprana ha sido la introducción e implementación de procesos de gestión de riesgos en que la alerta temprana es la brújula que indica el sendero que han de seguir las comunidades tanto rurales como urbanas amenazadas por eventos hidrometeorológicos.

No obstante, el alto crecimiento demográfico y la migración masiva a las ciudades de América Latina están golpeando al medio ambiente y frustrando los esfuerzos de las autoridades municipales por planificar y controlar el crecimiento urbano. La invasión de tierras públicas y privadas en zonas de alto riesgo para establecer asentamientos informales requiere la implementación de medidas para la reducción del riesgo, entre ellas, infaltablemente, sistemas de alerta temprana.

Otro desafortunado proceso ha sido la caída en los precios internacionales de productos básicos como el café, el hule y la caña de azúcar, provocando mayor pobreza, el principal factor agravante del riesgo. Lo que es peor, el cambio climático también está azotando a las sociedades agrícolas pobres que no pueden encarar las pérdidas en la productividad, particularmente cuando éstas llevan a la desnutrición y la pérdida de ingresos. En este sentido, la alerta temprana se vuelve una herramienta cada vez más imprescindible para mitigar las pérdidas provocadas por diversos tipos de fenómenos naturales.

Los expertos en alerta temprana identificaron las
siguientes prioridades:

• La investigación de los fenómenos naturales y su naturaleza dinámica para desarrollar estrategias y sistemas de alerta temprana que tomen en cuenta todos los aspectos relevantes, incluyendo la salud pública.
• La sistematización, el inventario y el intercambio de experiencias, lecciones aprendidas y aplicaciones exitosas, así como las brechas y lagunas restantes relativas a los procesos y sistemas de alerta temprana de las diversas naciones y regiones del hemisferio.
• Un uso más eficiente de los recursos existentes, así como el ajuste de los mismos a la medida de las necesidades, capacidades y limitaciones de la tecnología para la alerta temprana con el fin de promover la sustentabilidad y el uso a largo plazo.
• La asignación de recursos nacionales e internacionales para respaldar y mejorar las capacidades de alerta temprana en las regiones y los países del hemisferio.
• El cabildeo del sector político en los países menos desarrollados para fomentar la alerta temprana como herramienta para promover la preparación y reducción de los desastres.
• La participación de los medios de comunicación en el proceso de alerta temprana.

La CHAT constituyó la primera oportunidad de que especialistas de muy diversas zonas y países intercambiaran ideas sobre las metas, los procesos y los sistemas de alerta temprana. El encuentro también permitió comparar los amplios y diversos avances en la alerta temprana en todas las regiones del hemisferio, así como las adaptaciones que se han generado con base en los recursos locales y las limitaciones existentes. Además, la reunión permitió analizar los diversos mecanismos utilizados para fomentar e implementar los sistemas de alerta temprana.

Si bien Estados Unidos lleva la delantera en el hemisferio en cuanto a los sistemas de alerta temprana para diversos fenómenos, incluso aquellos del espacio exterior como los meteoritos y las tormentas solares, Brasil, Canadá, México y muchos otros países también están recurriendo a la tecnología satelital al establecer sistemas de alerta temprana para incendios forestales, huracanes, tormentas eléctricas e inundaciones. De manera similar, varias naciones de Sudamérica, América Central y el Caribe están investigando la dinámica de los procesos volcánicos y desarrollando sistemas de alerta temprana incipientes para erupciones volcánicas así como los lahares y flujos de escombros.

Chile y el estado de Hawaii encabezan los esfuerzos por desarrollar sistemas de alerta temprana para los tsunamis provocados por maremotos y aludes submarinos, mientras que los países centroamericanos están descubriendo medios de perfeccionar los sistemas comunitarios de alerta temprana, diseñados inicialmente para pronosticar inundaciones o aluviones en pequeñas cuencas en el contexto de la promoción de la salud y la gestión de emergencias.

La alerta temprana ofrece oportunidades en gran medida todavía inexploradas para reducir el impacto de los fenómenos naturales a lo largo de las Américas. El reto ahora es abarcar otros tipos de eventos, al tiempo que se mejoran los sistemas que ya vigilan numerosas amenazas naturales del hemisferio.

Para mayor información contactar a:
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