|    Reuni�n 
        Hemisf�rica del DIRDN "Para una reducci�n de los desastres naturales en 
        las Am�ricas...hacia el Siglo XXI"
 Algunos logros durante 
        el Decenio 1990-1999, especialmente en esta región, se resumen 
        en lo siguiente: se gestionó una gran cantidad de coordinaciones, 
        intercambios, programas educativos y cooperación científica-técnica, 
        apoyada por un número grande de organizaciones colaboradoras, regionales, 
        internacionales, nacionales y no gubernamentales. El DIRDN también 
        sirvió de plataforma para fomentar acercamiento entre Gobiernos, 
        ONGs, organizaciones comunitarias, organizaciones internacionales 
        y al sector privado para trabajar en temas de reducción del riesgo. El proceso de conclusión 
        del Decenio implicó una serie de reuniones temáticas y regionales 
        durante el año 1999, para evaluar logros, avances y desafíos 
        pendientes que culminaron con el Foro Programático DIRDN, en Ginebra, 
        en julio/99. ECOSOC, en su sesión sustantiva en julio del mismo 
        año, ratificó la Estrategia Internacional para la Reducción 
        de los Desastres y acordó seguir con esta Estrategia como actividad 
        permanente de las Naciones Unidas (ver nota aparte). Para la región 
        de las Américas se realizó una reunión de revisión, 
        intercambio y planificación para el próximo Siglo XXI, en 
        el tema de la reducción del riesgo y desastres, en junio/99 en 
        San José, Costa Rica, en la que participaron 630 personas entre 
        delegados oficiales, técnicos, académicos, líderes 
        comunitarios, ONGs y agencias multilaterales procedentes de 33 países. 
         Los organizadores 
        fueron el Gobierno de la República de Costa Rica, la Comisión 
        Nacional de Emergencia, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Decenio 
        Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales-Naciones 
        Unidas y la Organización Panamericana de la Salud/Organización 
        Mundial de la Salud.  El Centro de Recursos 
        para el Desarrollo Sostenible de los Asentamientos Humanos en Centroamérica 
        (CERCA-CDP-UNCHS-Hábitat), la Organización Internacional 
        del Trabajo (OIT), Organización Meteorológica Mundial (OMM), 
        la Federación Internacional de Sociedades Nacionales de la Cruz 
        Roja y la Media Luna Roja, la Organización de Estados Americanos 
        (OEA), el Centro de Coordinación de Prevención de Desastres 
        Naturales de América Central (CEPREDENAC), Agencia de Respuesta 
        a Desastres del Caribe (CDERA), la Oficina Comercial del Quebec para América 
        Central, Oficina de Asistencia para Catástrofes en el Extranjero 
        (OFDA), Canadá (CIDA) y Suecia (ASDI) fueron los auspiciadores 
        de la reunión mediante sesiones paralelas, talleres y/o financiamiento. 
         Después de 
        varios días de trabajo y concertación entre los participantes 
        representantes de los países del hemisferio americano, agencias 
        y participantes en general, se logró plasmar una Declaración 
        final, en la cual se agregó una nueva dimensión en la siguiente 
        cláusula, que apunta hacia un deseo de desmilitarización 
        de la atención y manejo de los desastres: Los participantes 
        recomiendan:Llevar ante Naciones Unidas el otorgamiento de un voto de apoyo o reconocimiento 
        a aquellos países que reorienten parte de su presupuesto de defensa 
        hacia la mitigación de desastres.
 (Para conocer el texto completo de la Declaración de San José, 
        visitar el sitio Web:
 www.disaster.info.desastres.net/idndr/dirdn.htm)
 en la Memoria de la Reunión o solicitarlo a la editora de esta 
        revista
 
         
          | Lista 
              de los países que participaron en la Reunión Hemisférica: |   
          | Antillas Holandesas Argentina
 Bahamas
 Barbados
 Bolivia
 Brasil
 Canadá
 Chile
 Colombia
 Costa Rica
 Ecuador
 | El Salvador España
 Estados Unidos
 Francia
 Granada
 Guatemala
 Honduras
 Islas Vírgenes Británicas
 Islas Vírgenes Estadounidenses
 Jamaica
 México
 | Monserrat Nicaragua
 Panamá
 Paraguay
 Perú
 República Dominicana
 Saint Kitts y Nevis
 Suiza
 Trinidad y Tobago
 Uruguay
 Venezuela
 |  A 
        continuación se resumen algunas de las conclusiones y recomendaciones 
        para el futuro en la región de América Latina y el Caribe 
        que resultaron de esta reunión.  Sobre 
        avances y desafíos en la región (OPS/OMS, OEA, SICA, Asociación 
        Iberoamericana de Protección Civil)
 
         Aunque los desastres 
          se evalúan en términos humanos y sociales, las dimensiones 
          económicas y políticas dominan al momento de la decisión. 
          Los principios de mitigación/reducción de la vulnerabilidad 
          son universales, pero su aplicación concreta depende del idioma, 
          la cultura y la situación económica. No existen soluciones 
          estándares para países «más desarrollados» 
          o «menos desarrollados».  Al mismo tiempo, 
          una «cultura de prevención» implica una actitud colectiva 
          que sólo puede construirse mediante un largo proceso social. 
          Dentro de este proceso, la democratización de la información 
          sobre desastres y la creciente participación de la sociedad civil 
          son factores clave, por lo que la utilización de Internet ha 
          sido un factor específico de avance en la gestión de los 
          últimos desastres, especialmente al favorecer cambios en la relaciones 
          de comunicación y poder entre agencias, países, comunidades 
          locales e individuos. Aún falta 
          avanzar en el logro de compromisos nacionales más firmes, con 
          el indispensable respaldo político y legal y sustentado por recursos 
          específicamente asignados a la prevención.  Se debe tener 
          presente que el compromiso político por lo general disminuye 
          desde las urgencias y afanes movilizados por el último desastre 
          y que la prevención y la mitigación exigen habilidades 
          y actitudes distintas de las requeridas para una respuesta de emergencia. 
          La respuesta requiere conocimiento logístico, capacidad operacional, 
          sentido de urgencia, determinación y disciplina. La reducción 
          de la vulnerabilidad exige una visión a largo plazo con recursos 
          a corto plazo, paciencia, compromisos, experiencia en planificación 
          urbana, economía, ingeniería y decisión política. 
          Requerimientos inaccesibles para una sola institución. El futuro demanda 
          una sinergia entre la protección del ambiente y la reducción 
          de los desastres, reforzar los mecanismos de respuesta con participación 
          de la sociedad civil y mantener sobre el proceso una visión humana, 
          social y no exclusivamente económica. En el plano internacional, 
          fuertes organizaciones sub regionales, mecanismos de cooperación 
          técnica y el respaldo global de las Naciones Unidas.  Durante los últimos 
          años se ha producido en la región un intenso movimiento 
          teórico-conceptual y práctico en torno a la problemática 
          de los desastres. Entre los factores que han dinamizado esta gestión 
          pueden considerarse, entre otros, los avances logrados en la producción 
          de conocimiento, incluyendo nexos interdisciplinarios que suelen ser 
          difíciles en otros ámbitos, el surgimiento de formas innovadoras 
          de participación social y una mayor sensibilización ciudadana, 
          fomentada por varios desastres de gran magnitud. No obstante, todo 
          este rico caudal de experiencias y esfuerzos creados pueden llegar a 
          fragmentarse en múltiples iniciativas dispersas, alejándose 
          así de su mayor fortaleza potencial: la articulación de 
          diferentes saberes y capacidades. Por tal motivo, es fundamental impulsar 
          su canalización sistemática, por conducto de los diversos 
          niveles de decisión en que se puede concretar el manejo socialmente 
          responsable de la prevención de desastres.  Para tales efectos, 
          se necesita impulsar un proceso socialmente coordinado de investigación 
          y planeamiento, como base para generar las condiciones de viabilidad 
          y factibilidad que se requieren para avanzar en este sector. Este proceso 
          tendrá que pasar por distintos niveles de integración, 
          donde las unidades operativas a corto plazo (proyectos) se vinculen 
          según su afinidad en programas y estos a su vez encuentren su 
          direccionalidad estratégica en planes nacionales.  Por otra parte, 
          disponemos de elementos de juicio suficientes como para priorizar algunos 
          grandes problemas en la elaboración y evaluación de estos 
          instrumentos de planificación y en la convocatoria de los diversos 
          actores sociales que pueden intervenir en su puesta en práctica.   
  Resumen 
        de los informes nacionales presentados por representantes de los países: 
        Experiencias, avances y desafíos
 Los participantes 
        concordaron que el Decenio proporcionó un marco para impulsar el 
        manejo de los desastres desde una perspectiva preventiva, que involucra 
        a todos los sectores que conforman el sistema de actores sociales, en 
        el ámbito nacional, local y comunitario.  Se presentó 
        una información pormenorizada sobre las acciones que los países 
        realizaron en el marco del DIRDN. Se estableció que, si bien cada 
        uno de estos países presenta distintas características geográficas 
        y climatológicas, las amenazas más comunes en esta área 
        son: inundaciones, deslizamientos, sequías y amenazas tecnológicas 
        producidas por el creciente desarrollo industrial. El Fenómeno 
        de El Niño es un evento recurrente que afecta considerablemente 
        la zona, aunque también produce efectos positivos que deben ser 
        aprovechados. Algunos países 
        de la región reforzaron sus planes y programas de emergencias, 
        al punto de prestar ayuda y apoyo a otros países vecinos, lo cual 
        reflejó positivamente la capacidad, oportunidades y fortalezas 
        con que cuenta la zona para abarcar el tema de desastres. Se resaltaron ciertos 
        progresos en el campo de la educación superior, donde ha habido 
        una apertura de carreras relacionadas a protección civil y manejo 
        de desastres en general. Asimismo, se destacaron los avances logrados 
        en la elaboración de mapas de riesgo, materiales bibliográficos 
        y de consulta.  Se mejoró la 
        organización y planificación de los organismos y entidades 
        encargadas del manejo de los desastres, complementando la labor realizada 
        en los últimos 20 años. En la mayor parte de los países 
        se observan esfuerzos permanentes y sistemáticos en procura de 
        nuevas estructuras jurídico-administrativas y políticas 
        que permitirán encarar con mayor eficacia, prontitud y coordinación 
        las tareas dirigidas a la reducción de los desastres. Se está poniendo 
        mayor énfasis en las tareas de prevención y mitigación, 
        existe una mayor inversión en el refuerzo de la infraestructura 
        y se han logrado mejoramientos importantes en la capacidad de respuesta 
        y en los sistemas de alerta temprana. La organización 
        local municipal y comunitaria para la prevención y mitigación 
        se ha fortalecido, especialmente en el campo de la capacitación, 
        la educación y la información.  Los sistemas de crédito 
        por parte de las agencias internacionales se fortalecieron. No obstante, 
        se siguen enfrentando dos problemas o debilidades importantes: la falta 
        de recursos para el seguimiento de las medidas preventivas y de respuesta 
        y la desactualización de la lesgilación en lo concerniente 
        a dotar de autonomía a los organismos encargados del manejo de 
        desastres.   
  Algunos 
        retos comunes presentados en las tres sub regiones: 
 
         Continuar fortaleciendo 
          la capacidad para hacer frente a los desastres, especialmente en lo 
          que concierne a la prevención y mitigación, incluyendo 
          la evaluación del riesgo y el diseño de mejores estrategias. 
          Integrar la prevención y mitigación de desastres a la 
          protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible. Utilizar 
          la variable Riesgo en la proyección del desarrollo. 
           Dar continuidad 
          a los planes y proyectos impulsados durante la gestión del Decenio, 
          para lo cual se requiere de apoyo internacional. Incrementar los 
          recursos humanos y financieros necesarios, con la participación 
          de profesionales, científicos y técnicos de cada rama. 
          Entre los alcances de este objetivo está el mejoramiento de los 
          sistemas de pronóstico y alerta temprana. Continuar gestionando 
          apoyo para proyectos dirigidos a la prevención y mitigación 
          de desastres en asociación con organismos internacionales y ONGs. 
           Completar y desarrollar 
          una legislación adecuada. Incorporar las actividades de reducción 
          del riesgo dentro del marco legal de los países. Fortalecer lazos 
          de cooperación y coordinación más eficaces entre 
          los países. En este aspecto, los del Caribe consideran urgente 
          fortalecer sus lazos sub regionales. Se propone fundar un Centro Internacional 
          para el Estudio del Fenómeno de El Niño (propuesta de 
          Ecuador) y realizar una reunión entre todos los países 
          miembros del Pacto Andino y esbozar un proyecto para la integración 
          andina de la protección y la defensa civil, y consolidarlo en 
          posteriores reuniones. Se debe establecer comités científicos-técnicos 
          regionales y fomentar mecanismos de coordinación interinstitucional 
          entre los organismos internacionales de ayuda. Introducir programas 
          adecuados sobre prevención y mitigación de desastres en 
          la currícula escolar de todos los niveles y en cada país. 
          Crear programas de capacitación escolar sobre la Cultura de Desastres 
          en los países donde no existen. Fomentar una conciencia 
          preventiva pública a través de los medios de comunicación 
          social, incluyendo la capacitación de periodistas para tales 
          efectos.  Atraer otros sectores, 
          por ejemplo compañías de seguros, en las actividades de 
          prevención y mitigación, para lograr un importante apoyo 
          técnico y financiero en la evaluación y reducción 
          de costos de los desastres. Fortalecer la 
          planificación urbana y rural de los asentamientos humanos dado 
          el incremento demográfico en la región.  Establecer mecanismos 
          para capacitar y darle continuidad al personal dedicado a la prevención, 
          mitigación, preparación y atención de las emergencias 
          y los desastres Fortalecer la 
          participación multisectorial de las instituciones nacionales 
          responsables de la atención de emergencias y desastres. Fortalecer el 
          monitoreo de los fenómenos naturales en el plano local y regional.   
  Sobre 
        la política y los desastres en América Latina y el Caribe 
        (OFDA, Quebec, CERCA-UNCHS(Hábitat) , Red Comunitaria de América 
        Central)
 Hacia finales de los 
        años 60 y principios de los 70, aparece en América Latina 
        los organismos de Defensa Civil, en un marco signado por el surgimiento 
        de gobiernos militares o el fortalecimiento de los estamentos armados 
        en el ámbito político. Bajo el enfoque de protección 
        civil, algunas de estas instituciones comenzaron a funcionar con labores 
        tales como la lucha contra la delincuencia, para posteriormente asumir 
        responsabilidades en la respuesta ante situaciones de desastre. Otras 
        se formaron directamente como dependencias especializadas dentro de las 
        estructuras castrenses.  Las organizaciones 
        nacionales de emergencia partieron de la necesidad de contar con esquemas 
        civiles aptos para lograr una integración multisectorial. En algunos 
        casos, se formaron bajo una línea de gremios interesados y en otros 
        reprodujeron modalidades vigentes en otros países, buscando una 
        rápida oficialización. En el segundo caso, resultaron estructuras 
        híbridas, en que se mezclaron ciertas características innovadoras 
        con otras propias de las organizaciones de defensa civil. En la actualidad, 
        ambos tipos de organización coexisten en la región, formando 
        un espectro que va desde la estructuras militares o paramilitares hasta 
        los sistemas interinstitucionales. Pese a estas diferencias, predomina 
        un enfoque de preparación para la respuesta, matizado generalmente 
        por un discurso que resalta la importancia de la prevención y la 
        mitigación. Estamos ante un proceso 
        de ajuste organizacional que no ha concluido. Se mantiene el desafío 
        de mejorar las estructuras de preparación y respuesta, pero dentro 
        de una estrategia más amplia y comprensiva que integre el quehacer 
        auto responsable de las comunidades organizadas.  La gestión 
        para la reducción del riesgo, entendida como una estrategia dirigida 
        a intervenir sobre las condiciones que determinan los riesgos de desastre, 
        abre nuevas posibilidades. Para su avance se requiere un trabajo interdisciplinario, 
        intersectorial, que no descanse solamente en los hombros de las instituciones 
        y sea asumido como un valor social.  Es importante involucrar 
        la voluntad política en la gestión de desastres, en el marco 
        del cambio de paradigma que se ha venido experimentando, que integra la 
        parte social y la económica de los desastres. Este paradigma re 
        conceptualiza el desastre y lo convierte en un punto principal en la agenda 
        política de los países para ser abordado, concertado y posteriormente 
        traducido en políticas públicas que le dé solución 
        a los problemas. También, incluye nuevos conflictos implícitos 
        en su manera de visualizar el desastre como un proceso. Dichos enfrentamientos 
        ideológicos, de poder, de aumento de los costos y de conflicto 
        en la utilización de los recursos, deben ser y están siendo 
        superados en la medida en que los actores involucrados aprendan a trabajar 
        en equipo. Los representantes 
        comunales manifestaron su preocupación de que los gobiernos latinoamericanos 
        sistemáticamente han dejado de lado a las comunidades en todo lo 
        referente al tema de desastres. Aunque los desastres mayores para 
        las comunidades son las múltiples políticas sociales 
        y económicas que empobrecen a las localidades aumentando de esta 
        manera su vulnerabilidad.   
  Conclusiones 
        sobre ciudades vulnerables, políticas urbanas, participación 
        comunitaria (UNCHS-CERCA, Quebec,)
 La rápida urbanización 
        en marcha alrededor del mundo es también un proceso de urbanización 
        de la pobreza, lo cual es un factor clave en el incremento de las condiciones 
        de vulnerabilidad de sus habitantes. Por otra parte, las ciudades tienen 
        una gran heterogeneidad de habitantes y grupos sociales, zonas con características 
        particulares y a su vez existe mucha diferencia entre las distintas ciudades. 
        Por lo tanto, no puede plantearse una propuesta genérica de prevención 
        y mitigación de desastres para todas ellas. La VII Reunión 
        del MINURVI (Reunión Regional de Ministros y Autoridades Máximas 
        del Sector de la Vivienda y de Urbanismo en América Latina y el 
        Caribe) estableció tres ejes temáticos para el desarrollo 
        de las estrategias nacionales del Sector Vivienda: la participación 
        comunitaria, la reducción de la vulnerabilidad frente a los desastres 
        naturales y el ordenamiento territorial.  Muchos son los problemas 
        por superar para el fortalecimiento real de la participación comunal 
        en la gestión del riesgo, ya que esta abre un espectro de posibilidades 
        que va desde la participación plena o real a extremos de manipulación 
        que se expresan de muy diversas formas. Entre esos problemas, cabe resaltar 
        los estilos verticales de comunicación, el reconocimiento excluyente 
        de representantes que no necesariamente respetan o asumen la voluntad 
        comunitaria, la falta de articulación y complementariedad entre 
        las múltiples organizaciones que trabajan en esta área y, 
        por supuesto, los procedimientos de captación o clientes motivados 
        por intereses político-partidistas. Conclusiones y retos:
 
         La planificación 
          urbana por cuencas hidrográficas ofrece ventajas con respecto 
          a la que se hace por divisiones administrativas. El ordenamiento territorial 
          es un factor clave en la prevención y mitigación de desastres. 
          También, fortalece el rol de las municipalidades y las comunidades 
          en la prevención y mitigación de desastres. Es necesario capacitar 
          a las municipalidades y comunidades, codificar el lenguaje técnico 
          y hacerlo accesible a la población.  Se requiere presupuestar 
          fondos para atender emergencias en el gobierno local. Se debe entregar 
          la autoridad, competencia y los recursos localmente, porque se ha demostrado 
          su importancia y eficiencia en la prevención y mitigación 
          de desastres. La cuestión 
          de fondo es: ¿cómo puede construirse una participación 
          comunitaria real en la gestión del riesgo? Esta participación 
          se tiene que dar en el plano de la toma de decisiones sobre las políticas 
          de desarrollo y no solo en lo relativo a la atención de los desastres. 
           Se debe buscar 
          las condiciones que permitan que las comunidades asuman su rol activo 
          de sujetos políticos. El riesgo se construye localmente, 
          por lo tanto, se debe gestionar localmente.  Avanzar, mediante 
          la investigación participativa y la educación comunitaria, 
          en la integración crítica de conocimiento y lenguajes 
          históricamente segregados por las diferenciaciones sociales.   
  Conclusiones 
        sobre el papel de la reconstrucción en la reducción sostenible 
        de los desastres (PNUD, La RED)
 Las múltiples 
        dimensiones del proceso de reconstrucción configuran una compleja 
        situación donde con frecuencia, al organizar algunos aspectos, 
        se desorganizan o producen consecuencias negativas en otros. La reconstrucción 
        del tejido social, la cultura y la identidad, los aspectos psicosociales 
        que han sufrido fuertes impactos en amplias poblaciones (como refugiados, 
        migrantes, etc.) conforman el aspecto más complejo y poco desarrollado. 
        Sobre ello existe menos información y se toma poco en cuenta al 
        reconstruir ciudades o reubicar a cientos o miles de familias en zonas 
        seguras, pero es donde habrá que reiniciar la identidad cultural, 
        familiar, social y psíquica.
 Los procesos de reconstrucción son una ventana de oportunidades 
        para países y poblaciones que de otra manera nunca hubieran tenido 
        inversiones e intervenciones gubernamentales que mejoraran sus normales 
        condiciones de miseria extrema, abandono y segregación social y 
        económica. Estas oportunidades se reducen o distorsionan si tales 
        procesos son sometidos a condicionantes externos a sus propias determinaciones 
        sociales y culturales, o intervenidos por instituciones u organizaciones 
        que tiendan a perpetuar y aumentar las condiciones de dependencia, aislamiento, 
        manipulación o represión, desvalorizando la autonomía, 
        la superación propia, el fortalecimiento de sus propias capacidades 
        y las formas culturales autogestionarias.
 Retos: 
         Para que las propias 
          poblaciones mejoren los equilibrios relativos con el ambiente y superen 
          sus prácticas depredadoras, se requiere fortalecer las capacidades 
          locales, los procesos de construcción de poder local hacia la 
          autogestión y cogestión.  No se debe «reconstruir 
          el riesgo». Habrá que crear las disposiciones para una 
          transformación en la reconstrucción, reduciendo o eliminando 
          las condiciones de riesgo prevalecientes y desarrollando nuevas formas 
          de libertad, autonomía y capacidades locales para buscar mejores 
          equilibrios entre la sociedad y la naturaleza.  Habrá que 
          plantearse una serie de preguntas relativas a los derechos de las comunidades 
          a desarrollar sus propios procesos de reconstrucción y transformación, 
          al respeto de su cultura, organización y necesidades básicas 
          cada vez que se desarrolla un proceso de reconstrucción. Esto 
          es fundamental si se quiere que las decisiones relativas a suministros, 
          producción o la construcción habitacional no afecten negativamente 
          la organización social e incrementen la dependencia.  Los grandes ejes 
          estratégicos y productivos o de comunicación deberán 
          desarrollarse en mejores condiciones de respeto al ambiente. Su desarrollo 
          deberá tener implícito la inversión en aspectos 
          que permitan mejorar su seguridad relativa. Se requiere un abordaje 
          multisectorial, interinstitucional y de amplia participación 
          de las organizaciones privadas y las comunidades, porque la reconstrucción 
          es un proceso complejo y múltiple. Los esfuerzos de los organismos 
          financieros internacionales deben apoyar esta perspectiva y darle prioridad 
          frente a las alternativas parciales.  Habrá que 
          trabajar sobre las condiciones permanentes de pobreza, desempleo, desarraigo, 
          miseria extrema o segregación espacial y social. Ello implica 
          desarrollar todas las actividades privadas y públicas desde una 
          perspectiva de gestión del riesgo para la reducción de 
          desastres.    
  Retos 
        sobre la mitigación de desastres en establecimientos de la salud. 
        Evaluación de la vulnerabilidad y mitigación (OPS/OMS)
 
         Muchos países 
          necesitan realizar proyectos demostrativos para desarrollar la capacidad 
          técnica que motive y accione las actividades necesarias para 
          la mitigación hospitalaria. Se requiere seguir impulsando la 
          integración de los conceptos de evaluación y mitigación 
          del riesgo físico y funcional en los proyectos de salud y el 
          intercambio de profesionales y experiencias entre los países 
          de la región. Se requiere, como 
          base para los proyectos de mitigación, poder accesar información 
          real sobre la amenazas y sus características. Dentro de esto 
          es imprescindible contar con redes de monitoreo sísmico y meteorológico 
          para realizar los procesos de evaluación y mitigación. 
          Los códigos actuales permiten establecer las condiciones mínimas 
          para el desarrollo de la protección física, pero no el 
          desarrollo de una protección real a la inversión o la 
          función. El fomento de 
          una participación más activa de las instituciones y profesionales 
          de los países en la creación de un sistema internacional 
          de apoyo a la mitigación de desastres es una meta importante. 
          El Centro de Mitigación de Desastres de la OMS/OPS en Colorado 
          se presenta como una institución capaz de realizar esta agrupación. Los proyectos 
          de mitigación deben estar acompañados por procesos de 
          certificación que validen el desarrollo y generen la confianza 
          de los usuarios. Estos procesos deben contar con una estrategia local 
          o institucional validada nacional e internacionalmente. Se requiere continuar 
          con el desarrollo de criterios técnicos de protección 
          a la función. Los proyectos deben desarrollarse con una capacidad 
          humana y técnica experta en procesos de mitigación estructural, 
          no estructural y organizativa. Todo el proceso de desarrollo del proyecto, 
          desde su concepción hasta su construcción, debe tener 
          un estricto procedimiento que asegure la calidad. Los países 
          deben seguir fortaleciendo las acciones tendientes a la implementación 
          de las recomendaciones de la Conferencia Internacional de Mitigación 
          de Desastres en Instalaciones de la Salud realizada en México/96.    Conclusiones 
        generales sobre el camino recorrido en la mitigación de desastres 
        en sistemas de agua y saneamiento (OPS/OMS, AIDIS)
 
         Los últimos 
          desastres, particularmente el ocurrido en Honduras a raíz del 
          huracán Mitch, pone de manifiesto que, a pesar de los avances 
          conseguidos en la metodología de análisis de la vulnerabilidad 
          de los sistemas, estos aún no están incorporados, como 
          premisa, a las acciones de planeamiento, operación, mantenimiento, 
          renovación y rehabilitación de los servicios.  Se siguen recreando 
          las condiciones de riesgo, aún cuando se trate de la reconstrucción 
          de servicios dañados o devastados. En general, se reparan los 
          ramales manteniendo los materiales, las condiciones de instalación 
          y su localización. Salvo situaciones aisladas, no se logran acciones 
          de reducción de la vulnerabilidad efectivas, como son la adecuación 
          de las técnicas a las condicionantes, la selección adecuada 
          de materiales o la previsión de fuentes alternativas. Se ha avanzado 
          sustancialmente en la realización de los análisis de vulnerabilidad 
          de los sistemas, particularmente a raíz de la divulgación 
          de la metodología generadas por la OPS/OMS. Pero, aún 
          se enfrentan dificultades para implementar las medidas de mitigación 
          como parte del accionar ordinario de operación, mantenimiento 
          preventivo y renovación de los servicios. Sigue siendo muy 
          importante la vulnerabilidad institucional. En general, las empresas 
          prestadoras de los servicios aún no han implementado sistemas 
          de información. Siguen trabajando con CAD, que son graficadores 
          muy potentes pero que no posibilitan la gestión de información 
          y por lo tanto no son aptos para trabajar en la gestión del riesgo 
          en los sistemas. Se hace necesario mejorar la capacitación sobre 
          la reducción de la vulnerabilidad de los sistemas.  Sigue existiendo 
          una desvinculación importante entre el sector de saneamiento 
          y los organismos responsables de la organización del territorio.   
  Conclusiones 
        sobre sistemas de alerta temprana efectiva (CEPREDENAC, DIRDN, CDERA, 
        Quebec)
 Tres aspectos son 
        de importancia en el campo de la alerta temprana: 1. el componente científico- 
        técnico, que permite detectar el fenómeno a tiempo y pronosticar 
        su comportamiento futuro; 2. la difusión apropiada y a tiempo de 
        la alerta y 3. la comprensión y aceptación de los mensajes 
        por parte de sus receptores.  Conclusiones y retos: 
         Se concluye en 
          que la alerta temprana es un proceso, no una actividad aislada, que 
          incluye a las comunidades organizadas y a diversos especialistas trabajando 
          en coordinación.  Para que los sistemas 
          de alerta temprana sean eficaces y oportunos, las comunidades deben 
          tener una amplia participación en todas sus etapas. Se deben 
          fortalecer especialmente las instituciones del orden local y regional 
          involucradas en el manejo y atención de los desastres. Las telecomunicaciones 
          son la columna vertebral de cualquier SAT y por lo tanto deben realizarse 
          los esfuerzos necesarios para fortalecerlos y actualizarlos permanentemente. Los avances científicos 
          y tecnológicos han permitido en la región un mayor conocimiento 
          acerca de las amenazas, vulnerabilidad y escenarios de riesgo. En el 
          campo de la meteorología, se destaca el mayor acuerdo logrado 
          en los pronósticos gracias al uso de modelos numéricos, 
          Internet y sensores remotos más desarrollados.  La oportuna identificación 
          de los fenómenos potencialmente agresores y las investigaciones 
          acerca de su comportamiento han permitido elaborar mejores mapas de 
          riesgo, consolidar los planes de emergencia y los sistemas de comunicación. 
           Al presuponer 
          conocimientos y medios aún insuficientemente compartidos o no 
          disponibles para todas las comunidades, debe ser asumida como una responsabilidad 
          mundial.  Se requieren renovados 
          esfuerzos e iniciativas para superar las limitaciones educativas y financieras 
          existentes para el desarrollo de sistemas de alerta temprana.  Es necesario fortalecer 
          la investigación científica en este campo. Se debe seguir 
          avanzando en la construcción de un enfoque interdisciplinario 
          que incorpore a las ciencias sociales. Es necesario avanzar 
          más en la difusión de información para alerta temprana, 
          oportuna, eficaz y apropiada a los usuarios. Puede contribuir en este 
          sentido el uso de boletines diarios y de páginas Web, el suministro 
          diario de información a la prensa, la producción de material 
          de divulgación y las actividades de capacitación.    Propuestas 
        para la organización y acción en el campo de la gestión 
        del riesgo en la educación básica, secundaria y superior 
        (DIRDN, UCR, OEA)
 El sector de la educación 
        básica, secundaria y superior ha experimentado cambios importantes 
        hacia la problemática de la prevención y la mitigación 
        durante los años 90. Se reconocen fortalezas como el gran número 
        de cursos y temas relacionados al tema de los desastres y reducción 
        del riesgo que se han incorporado en programas de estudio de diferentes 
        países de la región. Se vieron algunas experiencias demostrativas 
        para eliminar los factores de vulnerabilidad en las instalaciones educativas, 
        dadas las características y volumen de la población que 
        se concentra en los establecimientos escolares y porque éstos con 
        frecuencia son la única opción para albergar temporalmente 
        a individuos y grupos damnificados. La discusión 
        se dividió en tres aspectos fundamentales: formación académica, 
        participación ciudadana y estructura física educativa; según 
        el Plan Hemisférico para la Reducción de Desastres en el 
        Sector Educativo.  Retos 
         En relación 
          con los aspectos académicos, se propuso plantear estrategias 
          relacionadas con la adecuación de los contenidos programáticos 
          y procesos de formación, de manera coherente con las vulnerabilidades 
          propias de cada país. Se consideró la evaluación 
          curricular de los centros educativos, tanto en la educación básica, 
          secundaria y superior, el incentivo de la investigación y la 
          organización y difusión del material disponible.  Fomentar una cultura 
          de prevención, disminución del riesgo y de los desastres, 
          mediante la adecuación y ejecución efectiva, a través 
          del enfoque de transversalidad, en todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, 
          de los contenidos programáticos relativos al tema de tal manera 
          que permita mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Promover una formación 
          continua de docentes y estudiantes del sistema educativo costarricense, 
          en la reducción del riesgo y los desastres, por medio de una 
          currícula actualizada y orientada sobre estos temas, que permitan 
          el desarrollo de una cultura de prevención. Fomentar la formulación 
          y desarrollo de planes escolares de emergencia en todos los países, 
          que incorporen las medidas necesarias para la adecuada construcción 
          de locales de enseñanza. Esto incluye evaluar las vulnerabilidades 
          existentes en ellos, la asesoría de profesionales en ingeniería 
          y arquitectura y la capacitación de las comunidades educativas 
          para vigilar, con la ayuda necesaria, las condiciones de los establecimientos 
          y de los terrenos en que se asientan.  Intensificar esfuerzos 
          para que las comunidades educativas determinen las condiciones de las 
          estructuras y terrenos en que están construidos dichos locales, 
          preferentemente con la ayuda de entidades gubernamentales y no gubernamentales 
          especializadas. 
  Información 
        y desastres en América Latina y el Caribe Tendencias y aspectos relevantes (CRID, DIRDN, OPS/OMS)
 Se reconoce que, como 
        saldo favorable del Decenio, se logró una amplia cobertura de las 
        redes de información electrónica, lo que ha permitido intercomunicar 
        a la comunidad científico  técnica entre sí, 
        a ésta con las instancias de decisión política y 
        con las ONGs relacionadas con el tema de la prevención de los desastres 
        naturales. En buena medida se 
        ha disminuido la brecha entre la generación de conocimiento sobre 
        los desastres y la toma de decisiones políticas y técnicas 
        en la materia. Sin embargo, el gran desafío es cerrar la abertura 
        entre la difusión y la apropiación social del conocimiento. Los modelos de difusión 
        convencionales que parten de un emisor institucional, han mostrado ser 
        eficientes, pero la experiencia demuestra que no pueden ni deben ser los 
        únicos en aplicarse con el fin de lograr modificaciones sustanciales 
        en la actitud ciudadana frente a los desastres. Un conjunto de experiencias 
        locales de comunicación pone de manifiesto que la apropiación 
        de nuevos conocimientos es fruto de procesos participativos, en los cuales 
        tienen lugar el diálogo entre el saber técnico y el popular. Retos 
         Poner en práctica 
          modelos participativos de comunicación social en la gestión 
          local del riesgo, considerando para ello las experiencias desarolladas 
          en este sentido. Establecer mecanismos 
          sistemáticos y permanentes de capacitación sobre gestión 
          local del riesgo, dirigidos al personal de las radioemisoras comunitarias. 
          Esta capacitación deberá estar vinculada a la elaboración 
          participativa de planes locales de gestión del riesgo. Incrementar los 
          esfuerzos para capacitar a los periodistas de los grandes medios de 
          información, a efecto de que cuenten con una comprensión 
          adecuada de los fenómenos naturales y del manejo informativo 
          de las situaciones de emergencia. Fortalecer los 
          programas de información pública de los organismos vinculados 
          a la prevención de desastres, en relación directa con 
          las acciones de educación formal y no formal. Integrar las nuevas 
          tecnologías de una manera humana, racional, sin exageraciones 
          y desequilibrios, pero tratando de aprovecharlas al máximo.  Tratar de que 
          más gente tenga acceso al conocimiento mediante Internet y los 
          medios electrónicos al servicio de la comunicación. Aumentar, con 
          el uso de todas estas herramientas, la velocidad y la seguridad en el 
          camino hacia la reducción de los desastres. 
  Políticas, 
        mecanismos e instrumentos para la prevención: aspectos económicos (OIT, CEPAL, OEA)
 Tendencias y aspectos 
        relevantes  Se examina la experiencia 
        mexicana, centrada en la creación y desenvolvimiento del Fondo 
        de Desastres Naturales (FONDEN). Se discuten algunos problemas relacionados 
        con la verificación del uso dado a las donaciones internacionales. 
         Luego se estudia con 
        mayor detalle el método de evaluación del impacto socioeconómico 
        de los desastres, presentado anteriormente en una sesión plenaria, 
        explicándose más ampliamente los distintos tipos de daños 
        que se pueden reconocer en estas situaciones: directos, indirectos y secundarios. 
        Se intercambian ideas acerca del uso de análisis de costo-beneficio 
        en la programación de actividades relativas a la reducción 
        de desastres.  Conforme a las políticas 
        del Banco Interamericano de Desarrollo sobre desastres, se opera antes, 
        durante y después de las emergencias, buscando siempre la implementación 
        de mecanismos ágiles. Se procura interesar a los países 
        en el estudio de sus propias condiciones de vulnerabilidad y en la utilización 
        de este conocimiento en sus acciones. Se enfatiza el importante papel 
        que corresponde a las entidades bancarias y se analizan diversos problemas 
        relacionados con el otorgamiento de préstamos. Los desastres frecuentemente 
        ciegan las políticas de desarrollo sostenible en lugar de incentivarlas. 
        No existen metodología o estudios integrales, que incorporan los 
        costos socio-económicos para la rehabilitación y reconstrucción 
        en sus evaluaciones del impacto. Por lo tanto, se carece de estudios comparativos 
        sobre los beneficios reales de la prevención a la luz de lo que 
        no se hubiera perdido para no tener que hacer inversión 
        en reconstrucción. Retos  
         Es necesario hacer 
          evaluaciones comprehensivas con participación de los diferentes 
          actores sociales, demostrar que la inversión en prevención 
          es rentable, usar un enfoque de costo-efectividad y premiar proyectos 
          eficaces en materia de prevención. Se plantea la 
          necesidad de perfeccionar las metodologías para el análisis 
          de costo-beneficio de la prevención, no solo del impacto socio-económico, 
          mediante nuevas investigaciones.  Si se puede demostrar 
          económicamente que la prevención reducirá proporcionalmente 
          los costos de inversión post-desastres (rehabilitación 
          y reconstrucción) Se propone el 
          establecimiento de un fondo para la prevención con carácter 
          de seguro, inicialmente para América Central, para atenuar las 
          consecuencias económicas de desastres naturales en la región 
          y proporcionar los incentivos económicos para las medidas preventivas 
          y de reducción del riesgo; especialmente a nivel de las comunidades. 
          El esquema permitiría a las municipalidades centroamericanas 
          asegurar sus activos públicos e infraestructura contra la pérdida, 
          el daño o la destrucción como resultado de desastres naturales. 
          Un primer paso de progresión tendría que ser un estudio 
          para determinar el grado de los riesgos contingentes en los términos 
          actuariales y por lo tanto el nivel necesario de capitalización. |