Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
Las Américas   

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

Revista para América Latina y el Caribe         Número. 15, 1999

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El Decenio termina- ¡y comienza un nuevo Milenio!
A implementar conjuntamente la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres

Los resultados positivos logrados - pero aún insuficientes- por el alcance mundial de la declaratoria y promoción del DIRDN durante la década de los 90 y especialmente aquí en América Latina y el Caribe, han sido reconocidos en varias reuniones y foros nacionales, regionales e internacionales durante el último año del Decenio-1999. Más adelante en esta Revista se encuentra un resumen de los temas que se trataron y las recomendaciones emanadas en la Reunión Hemisférica del DIRDN, celebrada en San José en junio/99.

Los principales logros se encuentran en la inclusión del tema de la prevención de desastres y la reducción de la vulnerabilidad dentro de la agenda de muchas organizaciones locales, nacionales e internacionales y las redes de contacto y trabajo multisectorial. De la misma forma se ha logrado un aumento en el apoyo al tema y en la concientización pública para mejorar la implementación de políticas públicas orientadas a la reducción de desastres y al fomento de una cultura de prevención ante los desastres y reducción del riesgo.

No obstante, los desastres - tanto de origen socio-natural como tecnológicos- aumentan cada vez más. El cambio climático, la degradación ambiental, el incremento de la población, la rápida urbanización e industrialización, así como el creciente empobrecimiento de una gran parte de la población, nos hacen más vulnerables a los desastres y a los riesgos. El 95% de las víctimas de los desastres viven en los países en vías de desarrollo, según afirmaciones de la Federación Internacional de la Cruz Roja. Las causas principales- la vulnerabilidad social, económica, física y ambiental- tienen la tendencia a aumentar, y por lo tanto es probable que la situación empeore si no tomamos en cuenta la prevención de desastres y reducción del riesgo más seriamente, integrando estos aspectos como parte de los problemas y las soluciones del desarrollo. Por eso, es más importante que nunca, fortalecer el manejo y la gestión integral del riesgo y la reducción de la vulnerabilidad dentro de las agendas internacionales, gubernamentales, locales y privadas. La reducción de los desastres busca atenuar la vulnerabilidad de las sociedades a los efectos de las catástrofes, abordar las causas provocadas por el hombre y también, mejorar la capacidad de la gente para que puedan ellas mismas hacer frente a estos problemas; hechos que se confirman y confrontan en la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres.
En 1998 los huracanes Mitch y Georges cobraron más de 13.000 víctimas en América Central y en el Caribe. Mitch fue la más mortal tormenta atlántica tropical de la que se haya tenido noticia en 200 años. En ese año, el monto de las pérdidas causadas por desastres provocados por el clima excedió el monto total de ese tipo de desastres ocurridos en la década de los ochenta. Cuando esta revista estaba a punto de ingresar a imprenta, Venezuela estaba sufriendo el desastre más grande de su historia y todavía no se conocía la magnitud de la afectación y el número de muertos a causa de las inundaciones y deslizamientos (dic.99).

En su introducción al Reporte Anual de 1999 el Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Kofi Annan, dice:

“Hay un claro incentivo financiero para la reducción y prevención de los desastres. En los años sesenta los desastres naturales causaron $52.000 millones en daños; en los noventa el costo ha alcanzado ya los $479.000 millones. Con estrategias de prevención más efectivas se ahorrarían no solamente millones de dólares, sino que se ahorrarían miles de vidas. Los fondos actualmente gastados en la intervención de respuesta y la ayuda humanitaria podrían ser, en su lugar, dedicados al reforzamiento del desarrollo equitativo y sostenible, los cuales, en última instancia, reducirían los riesgos de guerras y desastres.

Fomentar una cultura de prevención no es fácil. Mientras que los costos de prevención deben ser pagados en el presente, sus beneficios no se obtendrán sino a largo plazo. Además, los beneficios no son muy tangibles ya que representan los desastres que no ocurrieron…”

En América Latina y en el Caribe, la CEPAL, la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y Media Luna Roja y otros organismos han demostrado que existe una clara tendencia de que tanto la cantidad como el impacto de los desastres naturales están aumentando. Las pérdidas económicas se han incrementado, pero, sin embargo, las muertes y la población afectada están decreciendo. Esta tendencia se debe probablemente al enfoque orientado hacia los preparativos en caso de desastres y a los sistemas de alerta temprana desarrollados durante la última década. Esto también muestra la necesidad de mejorar la implementación de comunidades preparadas ante los desastres y la necesidad de introducir medidas de prevención ante estos para lograr, en el futuro, reducir las pérdidas tanto humanas como materiales.

Son muchos los proyectos y programas específicos (locales y regionales) que han sido desarrollados en este sentido a raíz del trabajo promocional del DIRDN y por organizaciones socias del Decenio. Los principales desastres, como por ejemplo el efecto del Fenómeno de El Niño (1997- 1998) y el impacto de los huracanes Georges y Mitch en el Caribe y en América Central en 1998 han contribuido también, por supuesto, a formentar una mayor conciencia en la necesidad de enfoques de manejo del riesgo concertados e integrados en esas regiones. La Organización de las Naciones Unidas y los grupos temáticos interagenciales están utilizando los incentivos y las recomendaciones emanadas por el DIRDN para sus planes de acción relacionados con la reducción de los desastres.

La Secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres (EIRD, ISDR por sus siglas en inglés), será la sucesora de lo iniciado durante el DIRDN. Estará basada en la pequeña, pero efectiva Secretaría del DIRDN en Ginebra, y también contará con una Unidad para América Latina y el Caribe ubicada en Costa Rica. Se tiene la intención de establecer unidades similares en Africa y Asia. El texto de la Resolución del Consejo Económico y Social - ECOSOC 1999/63 (Julio 1999) solicita lo siguiente a la Secretaría General:

  1. “establecer, para enero del 2000, una unidad especial (Task Force) con representación de todos los cuerpos relevantes de las Naciones Unidas y los miembros de la comunidad científica y técnica, incluyendo la representación regional, para servir como el foro principal dentro de las Naciones Unidas, con el fin de poner un énfasis concertado y continuo sobre la reducción de los desastres naturales, y en particular, para definir estrategias orientadas hacia la cooperación internacional en todos los niveles de este campo, de modo que se garantice la complementariedad de acciones con otras agencias”;
  2. “mantener la función de la actual secretaría interagencial para la reducción de los desastres como un punto focal distintivo en la coordinación del trabajo de la unidad especial. Ambas funciones (la unidad especial interagencial y la secretaría interagencial) estarán bajo la autoridad directa del Secratario General Adjunto de Asuntos Humanitarios, y serán financiadas con recursos extrapresupuestarios a través de un fondo de fideicomiso específico.”

En su reporte de noviembre de 1999 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, referente a la implementación de los arreglos institucionales que ocuparán el lugar del DIRDN, el Sr. Kofi Anan, Secretario General, también establece lo siguiente: “Por consiguiente, el Secretario General formula un llamamiento a todos los gobiernos, en particular, a aquellos que se encuentren en condiciones de hacerlo, para que aumenten su apoyo a los programas nacionales, regionales e internacionales de reducción de los desastres, y a que establezcan un mejor equilibrio entre sus gastos para actividades de socorro y para las actividades de prevención. Resulta sintomático que el apoyo financiero de los Estados Miembros (a fin de realizar los arreglos institucionales para dar cumplimiento a la Resolución 1999/63 del Consejo Económico y Social) sólo represente una décima parte de los recursos que se espera recibir para las actividades de respuesta ante los desastres. El lema de este año para el Día Mundial para la Reducción de los Desastres fue “Prevenir Recompensa”, este mensaje debería ser escuchado por los Gobiernos a fin de que aumenten el volumen de los recursos que aportan para las actividades de prevención y puesta en práctica de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres.” (Punto 100b de la Agenda, Desarrollo Ambiental y Sostenible: Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres).

La esperanza y el objetivo es que se logre una mayor coordinación entre todos (y cada vez son más) los organismos internacionales, regionales y nacionales involucrados en el tema de la reducción de desastres y gestión del riesgo, a través de esta Estrategia Internacional y su arreglo institucional.

Seguiremos promoviendo campañas anuales con el Día Mundial para la Reducción de Desastres, el segundo miércoles de cada octubre.

Pretendemos organizar un grupo regional e interagencial para el tema de la información pública y las campañas, con el fin de lograr un mayor impacto de los mensajes y contenidos de la prevención y reducción del riesgo entre todos.


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