Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
Las Américas   

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

Revista para América Latina y el Caribe         Número. 15, 1999

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Panorama resumido de los resultados del
Foro Programatico DIRDN 1999,
5-9 julio 1999, Ginebra

La mejor manera de reflejar las conclusiones emanadas de la aplicación del programa de 10 años del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, consiste en la presentación resumida de los resultados fundamentales de las diversas reuniones temáticas organizadas dentro del foro sobre el programa del DIRDN. A continuación se exponen dichos resultados, que fueron presentados por el Relator General del Foro, Presidente del Comité Científico Técnico, Dr. Robert Hamilton, en la sesión de clausura de dicha actividad.

Pobreza. Los más vulnerables a los desastres naturales son los pobres, que tienen recursos muy escasos para evitar las pérdidas. La degradación ambiental resultante de la pobreza exacerba los efectos de los desastres. Si los encargados de elaborar las políticas no les prestan más atención y los organismos donantes no les brindan un mayor apoyo, numerosos países en desarrollo, especialmente de Africa, no podrán escapar de esta situación. Se necesitan visiones innovadoras; debería hacerse hincapié en los programas encaminados a promover enfoques basados en la comunidad.

Megalópolis y zonas urbanas. Las concentraciones de población en grandes centros urbanos (megalópolis) muchas de las cuales están ubicadas en países en desarrollo, son sumamente vulnerables a los riesgos naturales y tecnológicos debido a la dependencia de infraestructuras complejas y a la ocupación de tierras marginales. Debería prestarse mayor atención a la creación de estructuras con capacidad de recuperación y dispositivos de recambio, así como a la reducción general de la vulnerabilidad mediante la planificación regional y el uso de la tierra.

Comunidades. La mayor parte de las medidas de prevención y mitigación de los desastres requiere la aceptación y la iniciativa de la comunidad, que deben basarse en una evaluación creíble de los riesgos y en estimaciones realistas de los costos y los beneficios. Por lo general, cada comunidad suele estar bien informada acerca de su propio medio ambiente y de los mecanismos para enfrentarlo, así como de los medios para reducir las vulnerabilidades. El liderazgo comunitario también incrementa la independencia y la autosuficiencia. Los esfuerzos nacionales, regionales e internacionales encaminados a la prevención y la mitigación de los desastres son esenciales, pero deberían considerarse como un apoyo para las medidas basadas en las comunidades.

Sensibilización de la opinión pública. La sensibilización de la opinión pública acerca de los riesgos y peligros naturales, que constituye el motor para las medidas preventivas, debe estar sólidamente arraigada en los mejores niveles de información y metodología científica y tecnológica. El DIRDN ha promovido ese objetivo, y se considera que es un factor fundamental para incrementar las sensibilidades políticas acerca de la necesidad de adoptar medidas y políticas de reducción de los desastres.

Alertas. Las alertas relativas a ciertos tipos de riesgo han permitido salvar numerosas vidas y están mejorando constantemente, lo cual representa uno de los principales logros de los últimos años. Ello ha sido posible gracias a las mejoras en los sistemas analíticos de vigilancia y comunicaciones. Sin embargo, es posible realizar nuevos avances y debería trabajarse en ese sentido. Las alertas pueden utilizarse para evitar los desastres y no sólo para tomar medidas después de que se hayan producido. Debería prestarse especial atención a la necesidad de enviar el mensaje adecuado a las personas idóneas en el momento oportuno.

Información. Gracias a los avances realizados en los últimos años en la tecnología de la información, los encargados de la adopción de decisiones disponen actualmente de enormes recursos. Sin embargo, es necesario hacer esfuerzos por extraer de esa información productos adaptados a las necesidades concretas y entregados en el momento oportuno. Los avances de la tecnología de las comunicaciones hacen posible que, en las situaciones de emergencia, se integren los datos obtenidos en tiempo real con los datos de archivo.

Educación y capacitación. La educación y la capacitación para la reducción de los desastres constituyen una cuestión fundamental e intersectorial que debe formar parte integral de todos los programas. La utilización de filmes y videos, así como de los medios modernos de difusión pueden ser especialmente eficaces. La información debe ser percibida como autorizada y creible, cosa que puede lograrse poniendo en contacto a los expertos con los dirigentes comunitarios. Pueden ser particularmente útiles los recursos educativos proporcionados por las organizaciones regionales e internacionales, incluidas las organizaciones no gubernamentales.

Colaboración. La colaboración entre organizaciones públicas y privadas puede resultar especialmente eficaz para relacionar a los interesados y poner en práctica los planes. El sector privado puede promover la mitigación al proporcionar incentivos, como por ejemplo, hacer respetar los códigos de construcción, lo que reduciría las primas de los seguros como condición para la protección.

Gestión del riesgo. La gestión del riesgo debería integrarse mejor en la planificación global del desarrollo y el medio ambiente. La eficacia en función de los costos de las medidas propuestas es un factor que se debe tener en cuenta. La recuperación y reconstrucción después de un desastre ofrece la oportunidad y los recursos para llevar a efecto la prevención y la mitigación como elementos esenciales del desarrollo sostenible. En estos últimos años se han hecho progresos en materia de metodología de evaluación del riesgo y pérdidas.

Salud. Los desastres naturales exigen una estrecha colaboración entre los científicos y los responsables de las decisiones para que la información fidedigna sobre problemas de salud, reales o posibles, se informe e incorpore en políticas y estrategias preventivas y de preparación con el objeto de reducir al mínimo las consecuencias para la salud de los desastres naturales. Este objetivo suele ser difícil de lograr en situaciones de incertidumbre o sostenidas. Los efectos de la variabilidad del clima en la salud despiertan un interés creciente.

Variabilidad del clima. El éxito con que se predijo el Fenómeno de El Niño en 1997/1998 indicó un aumento de la capacidad de pronosticar la variabilidad del clima. Dado que las variaciones climáticas afectan la incidencia de desastres naturales como sequías, lluvias torrenciales, inundaciones, desprendimiento de tierra y los huracanes tropicales; este avance tiene importantes repercusiones para la reducción de los desastres naturales. En previsión de El Niño, muchas comunidades adoptaron medidas que disminuyeron considerablemente los posibles efectos.

Medio ambiente y ecosistemas. Los desastres naturales tienen consecuencias para el medio ambiente y la degradación ambiental puede agravar los desastres. Los pequeños Estados insulares y las comunidades de montaña pueden ser especialmente vulnerables. Se debe mejorar la gestión del riesgo y peligros para orientar las medidas de prevención y mitigación, con el objeto de proteger el medio ambiente.

Investigación. Mucho se ha avanzado en la comprensión de las causas y los efectos de los desastres naturales. Sin embargo, se necesita hacer más, especialmente en materia de alerta y evaluación del riesgo. Muchos problemas requieren medidas multidisciplinarias, especialmente para mejorar la integración entre las ciencias físicas y sociales.

Planificación del uso de las tierras. Al evaluar la probabilidad y posible gravedad de un desastre, se reúne la información necesaria para evitar los riesgos colocando las estructuras lejos de las zonas peligrosas. Esta información debería incorporarse en la planificación de utilización de las tierras para que no se construya en llanuras, costas y zonas que puedan inundarse, ni en otras áreas de riesgo.

Códigos y prácticas de construcción. En muchos casos, modificaciones más bien simples en las prácticas de construcción actuales bastarían para mejorar considerablemente los resultados en caso de tensión provocada por los riesgos. Sin embargo, la renovación de las estructuras existentes plantea problemas a causa de su costo. En la actualidad, se hace hincapié en el funcionamiento general de la construcción y ya no sólo en la protección de la vida. Se han propuesto métodos para la construcción de viviendas con materiales locales a los que debería darse mayor difusión.

Datos sobre pérdidas. Se dispone de muy pocos datos fidedignos sobre las pérdidas causadas por los desastres naturales, aparte de los relacionados con la pérdida de vidas. Habría que emplear métodos normalizados para reunir estos datos. Las estadísticas nacionales sobre pérdidas podrían emplearse para medir lo logrado en materia de reducción de desastres.

Marco. El marco internacional y regional proporcionado por el DIRDN ha ayudado considerablemente a que numerosas naciones centren su atención en la amenaza representada por los desastres naturales y en los medios para mitigar sus consecuencias. Gracias al DIRDN muchos responsables de alto nivel se han percatado de los puntos vulnerables y de las posibilidades de reducirlos. Es sumamente importante que este marco siga ofreciéndose después de concluido el Decenio.


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