El Río y el Invasor…
Tomado de “Fábulas de la Naturaleza” (Por Alfonso Mata, Editorial UCR 1998)

Un hombre, porfiado, construía su casa, muy cerca del río.

• No hagas tu morada en mi cauce - le decía el río susurrando. - Mira que cada cierto número de años las nubes descargan furiosas más lluvia, y por mi cauce normal no puedo sacar al mar toda el agua que cae sobre mi cuenca. ¡ Mira que puedo inundar tu casa!.

Pero el hombre, serruchando y clavando, no le prestaba atención.

• Además, si por las montañas donde nazco el hombre ha cortado el bosque y ha desnudado el terreno, el agua correrá como loca, lavará la tierra y derramará sobre mí enormes cantidades de lodo y árboles que tendré que arrastrar. ¡Termina ya de martillar y usa tu cabeza!

Continuamente el río susurraba lo mismo. Al rato de escucharlo el carpintero le dijo: - Cállate. ¿No ves que hay otras casas ya construidas sobre tus riberas aguas arriba y nada les ha ocurrido?.

• Te lo advierto porque ya ha sucedido otras veces. No cometas los errores de otros, insistió el río.

Pero el hombre no escuchó el consejo.

Un año de tantos, un fuerte temporal azotó la zona y el río tuvo que llenar sus riberas que había utilizado durante miles de años para esas ocasiones. La poderosa corriente, como una lengua de agua agitada y turbia, creció y creció. Llevaba árboles y piedras enormes y con furia inundó todo a su paso y se llevó varias viviendas; nada lo podía detener. Las condiciones iban de mal en peor cuando el río encontraba la basura acumulada que la gente, sin escrúpulos y perezosa, le había estado arrojando. Aprovechaba él este desastre para manifestar, con su tempestuoso rugido su malestar, por la peor ofensa que le propinaba la gente: que lo ensuciaran con la basura.

• ¡Detente!, río impetuoso - Le gritaban varios vecinos asustados, tratando de salvar algunos muebles ya enlodados. - ¿No ves que estamos perdiendo todo nuestro esfuerzo de años?

• Les advertí a tiempo contestó el río. La fuerza de la gravedad me obliga a sacar el agua lo más rápido que puedo. Asía son las cosas de la naturaleza y contra ellas ni yo ni nadie debe luchar. Así cobra ella a quien le desobedece. ¿Por que no aprenderán de una vez por todas?

La mayoría por supuesto había hecho sus casas en las partes más altas y, como en otras ocasiones, los habitantes bajaron rápidamente en auxilio de los desprevenidos. Luego de estos sucesos, los vecinos decidieron reunirse y establecer un ordenamiento para el uso del territorio, siguiendo el comportamiento de los fenómenos naturales y de esta manera aprovechando mejor el ambiente para el beneficio de todos. También entendieron que lo mejor es proteger el río y no contaminarlo más con la basura.

 


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