Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

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Hospitales más seguros: actuemos ya


Arq. Virginia I. Rodríguez de Acosta
Arquitecta, Especialista en Planificación, Prevención y Manejo Integrado en Zonas Propensas a Desastres. Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño – Universidad Nacional de San Juan


Prevenir los desastres es una estrategia fundamental para el desarrollo sostenible, ya que los recursos invertidos en medidas destinadas a la reducción de la vulnerabilidad frente a amenazas naturales y/o antrópicas evitan la necesidad de utilizar recursos destinados al desarrollo social, para atender emergencias.

Aunque la mayoría de los peligros naturales son inevitables, sus efectos se pueden evitar.

Cuando se conoce la exposición de una región a amenazas naturales, como es el caso de San Juan en relación con la amenaza sísmica, el no incluir en la planificación la reducción de la vulnerabilidad y el control de los niveles de riesgo, representa un serio mal manejo de los recursos.
Desde una concepción integral de desastres socionaturales, el riesgo de desastres es producto de una combinación particular entre una amenaza (fenómeno físico natural o antrópico) y la vulnerabilidad. Esta visión pone énfasis en las condiciones de la sociedad, que la hace más o menos propensa a sufrir los impactos de un fenómeno físico grande, mediano o pequeño, o sea en su vulnerabilidad.

Las vulnerabilidades se construyen históricamente en un proceso que expresa un desajuste del hombre, de sus formas de asentamiento, construcción, producción y convivencia con el medio natural.

Recientemente se ha comenzado a estudiar y analizar la gestión, administración o manejo integral de desastres, como una secuencia de fases interrelacionadas que debe ser tratada coherente y específicamente, considerándolas como un continuum.

Antes: actividades de prevención, mitigación, preparación, alerta.
Durante: actividades de respuesta; evacuación, búsqueda y rescate, asistencia y atención de la población afectada.
Después: actividades de rehabilitación y reconstrucción.

Históricamente el énfasis se ha puesto frecuentemente en la fase de respuesta, por eso se han privilegiado las acciones y estructuras que puedan enfrentar los desastres una vez ocurridos, (FF.AA., Gendarmería, Bomberos, Policías). En orden decreciente, se considera la fase de la rehabilitación y reconstrucción de la zona afectada.

Las actividades desplegadas “antes” de que ocurra el fenómeno físico se han centrado solamente en la investigación de la amenaza o peligro (desde el campo de las ciencias de la tierra y de la ingeniería) y en la reducción de la vulnerabilidad física de la sociedad (infraestructura construida).

Sin embargo priorizar las actividades del “antes” implica una opción clave para evitar desastres.
Desde nuestro enfoque, ”Es mejor Prevenir o Mitigar que Curar”.

El concepto de Vulnerabilidad se analiza ahora en la complejidad de sus dimensiones físicas, socioeconómicas y culturales. Esto lleva a valorar la importancia fundamental de incrementar la capacidad de la comunidad en su conjunto para enfrentar, resistir y recuperarse del impacto de la ocurrencia de un fenómeno natural o antrópico.

Hoy se reconoce que la gestión, administración o manejo de riesgos para evitar los desastres es una responsabilidad que compete al Estado y a la sociedad civil. Esto requiere un cambio de actitud, de comportamiento social, que hay que promover sistemáticamente, de manera que pueda lograr que en vez de construir vulnerabilidades, se participe comprometidamente en la construcción de condiciones de vida más segura para todos.

Las lecciones dejadas por los terremotos en las instituciones hospitalarias indican la necesidad de revisar los criterios de selección del sitio, diseño, construcción y mantenimiento de estos edificios.

La OPS considera que la vulnerabilidad es alta en gran parte de los hospitales en América Latina. Esta situación debe ser corregida a fin de evitar pérdidas humanas y materiales significativas.

Se considera al hospital como una totalidad, que necesita para funcionar adecuadamente, una baja vulnerabilidad tanto en su edificio, como en su equipo y mobiliario, como en sus recursos humanos y organizativo, en relación con todas las amenazas naturales a que está expuesto.

Específicamente, la planificación de la reducción de la vulnerabilidad sísmica, teniendo en cuenta las fases interrelacionadas del denominado ciclo de desastres: el antes, el durante y el después de la ocurrencia de un terremoto, en la infraestructura hospitalaria pública, es de alta prioridad social y económica en San Juan. Debemos lograr hospitales públicos más seguros.

El riesgo de los hospitales puede ser muy alto, razón por la cual es necesario construir las nuevas edificaciones con requisitos adecuados de acuerdo a la característica y naturaleza de la amenaza sísmica de cada zona. Además, es necesario evaluar la vulnerabilidad de las edificaciones existentes para identificar sus debilidad y proponer acciones de reducción de vulnerabilidad que sirvan de base a la formulación de planes, programas y proyectos de mitigación en hospitales.

El riesgo que corren las instalaciones de salud se entiende como la relación que existe entre la probabilidad de ocurrencia de un evento y la vulnerabilidad de sus componentes. La mitigación de riesgos se centra en la reducción de la vulnerabilidad de los elementos susceptibles de ser afectados.

Las causas de vulnerabilidad hospitalarias en relación con la amenaza sísmica son conocidas: alta complejidad, nivel de ocupación, dependencia de servicios básicos externos, limitación de movilidad de los pacientes, gran cantidad de equipamiento, depósito de sustancias tóxicas, etc. (FEMA 1990). En general, los planes hospitalarios para la atención de desastres, si existen, presuponen un problema externo y víctimas traidas al hospital. Sin embargo, un terremoto puede generar un desastre dentro del hospital, como consecuencia de un desempeño inadecuado de la instalación.

La evaluación de la vulnerabilidad de un hospital es la fase inicial del proceso de mitigación de efectos de la ocurrencia de fenómenos sísmicos.

La filosofía de diseño en los códigos sísmicos vigentes no asegura la continuidad del funcionamiento de los hospitales, mediante la limitación del daño no estructural, y el mínimo daño estructural, pues su objetivo es la protección a la vida en caso de terremotos extraordinarios (evitar el colapso del edificio).

Por lo anteriormente expresado y además porque en América Latina, y en muchos países, la aplicación de las normas de construcción sismorresistentes no han sido efectivamente aplicadas, lo cierto es que cada vez que ocurre un terremoto en América Latina las construcciones más afectadas son los hospitales.

Un análisis de vulnerabilidad puede comenzar con una inspección visual de las instalaciones y con la preparación de un informe preliminar de evaluación. Esto permite identificar aspectos y áreas vulnerables que requieren atención, definir prioridades y cronogramas para efectuar las actividades de mitigación requeridas.

Se debe actuar ahora en la infraestructura hospitalarias, a través de acciones de mitigación, sin esperar que la ocurrencia de un desastre, originado a partir de un fenómeno natural, nos haga lamentar las consecuencias.

Para mayor información contactar a:
Virginia Rodríguez
deskjet@sinectis.com.cr


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