Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

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Guatemala un país de montañas [1]
Susana Palma
Unidad de Desarrollo Social y Población /SEGEPLAN

Las formas de la tierra de Guatemala están relacionadas directamente con los procesos geológicos de los complejos sistemas montañosos. El sistema orográfico está caracterizado por la cordillera de los Andes, que se dividen en dos ramales que son la Sierra Madre y los Cuchumatanes. Las alturas sobre el nivel del mar en la cumbre de los Cuchumatanes superan los 3,800 metros (las partes más altas de Centro América).

Guatemala es un país con gran extensión de terreno montañoso. De los 108,889 kilómetros cuadrados de extensión territorial que posee, 49,000 kilómetros cuadrados son montañas, lo que representa el 40% del país. Esta extensión territorial se encuentra a 500 metros sobre el nivel del mar; mientras que el 35% está sobre los 1,000 metros y solamente el 3% sobre los 3,000 metros.

Las montañas de Guatemala están caracterizadas por temperaturas promedio mínimas de 10°C y en el pie de monte de 20°. La precipitación y humedad tiene valores máximos en este pie de monte que encara los vientos predominantes de las fuentes cercanas de humedad.

Más de la mitad de los guatemaltecos dependen de las montañas como fuente de agua dulce. Del total del país 2,500 kilómetros cuadrados corresponden a lagos y ríos (2.3%). El recurso agua per cápita para el país es, sobre la base de los 1,000 metros cúbicos, de 11.9 metros cúbicos. La extracción con fines domésticos es de 9%, mientras que para uso agrícola es del 74%. La extracción industrial alcanza el 17% y el potencial hidroenergético utilizado es del 9.2% (CCAD, 1998).

Tal vez el agua sea el recurso que define los límites del desarrollo sostenible. (FNUAP, 2001). Las existencias de agua dulce son esencialmente constantes y el equilibrio entre las demandas de los guatemaltecos y las cantidades disponibles ya es precario. Se estimó para 1999, que la población con servicio de agua potable era del 82%, con un saneamiento del 77%. Lo alarmante es para la población rural, que en este mismo año sólo el 77% tenía agua potable y saneamiento (INE, 1999). Esto se relaciona con la incidencia de enfermedades cuyo contagio es por origen hídrico a raíz del tipo de cobertura y saneamiento. Se calcula que para 1998 la tasa de mortalidad por infecciones intestinales, alcanzó el 2.6 por 10,000 habitantes, mientras que el episodio estimado por diarrea en niños menores de 1 año fue de 3 por 1,000 niños de la misma edad en el 2000 (MSPAS, 2001).

En otro ámbito, los bosques montañosos son cruciales para la salud ecológica, ya que protegen las cuencas hidrográficas que suministran el agua dulce. Estos bosques han venido desapareciendo a un ritmo acelerado en años recientes. La cartografía muestra que para 1999 el 65% de las montañas guatemaltecas tiene cobertura forestal.

Por otro lado, las montañas de Guatemala son guardianes de diversidad natural y cultural, de idiomas y tradiciones. En estas zonas se hablan 18 de los 19 idiomas mayas, y de acuerdo al sistema de clasificación de Holdridge, existen aquí las 14 zonas de vida encontradas en todo el país. Desde esta perspectiva encontramos el bosque montano bajo subtropical que existe en el occidente, en contraste con el bosque seco del oriente.

Las montañas son el hogar del 45% de los guatemaltecos, de los cuales seis de cada diez son pobres. Las estadísticas demuestran que en el país el 16.3% de los hogares tienen necesidad insatisfecha en calidad de la vivienda, en el área urbana 18% y en el área rural 15%. El indicador de asistencia escolar revela que el 19% de los hogares del país tienen niños que no asisten a establecimientos de educación regular, en el área rural son uno de cada cuatro hogares en esta condición. El indicador sobre la precariedad ocupacional indica que el 7% de los hogares de la república tienen insuficiencia de ingresos, mientras que en el área rural son el 11%[2].

La población de Guatemala es la más numerosa entre los países del istmo centroamericano, y aunque su ritmo de crecimiento medio anual ha disminuido en los últimos años, todavía se mantiene elevado y es sólo ligeramente menor que el observado en Honduras y Nicaragua durante el período 1995-2000. Esta población se caracteriza por su extraordinaria juventud: cinco de cada diez son menores de 15 años en las áreas caracterizadas como montañosas.

La tasa de crecimiento poblacional está por encima del 2.6%, y a medida que esta población crece y que aumenta la demanda, los efectos de la búsqueda de agua, alimentos y recursos energéticos están poniendo en peligro la sostenibilidad de las montañas. Sin embargo, el crecimiento de la población rural no necesariamente daña el ambiente, pero la limitada disponibilidad de tierras suele provocar que los pobres migren y se radiquen en zonas frágiles (como el departamento de Petén que alberga la mayor cantidad de áreas protegidas del país) o amenazadas por fenómenos naturales (como es el caso de los barrancos de la ciudad capital).

Luego de esta perspectiva desarrollada, el país necesita urgentemente acciones orientadas a la sostenibilidad en las montañas. Debe iniciarse con la creación de escenarios que muestren un equilibrio entre los objetivos sociales, económicos y ecológicos, ya que el descono-cimiento de algunos de estos aspectos puede poner en peligro esa sostenibilidad.

Una de las posibilidades podría ser el desarrollo turístico en estas áreas, pero incluyendo una minuciosa evaluación del impacto ambiental y del riesgo a desastres, dado que esta iniciativa puede provocar el aparecimiento de más asentamientos en zonas vulnera-bles. Otra de las posibilidades es la producción de oxígeno o sumideros de carbono (conside-rando que el 70% de los suelos de Guatemala son de vocación forestal). En forma paralela deberá fortalecerse la educación ambiental en niños y jóvenes, principalmente; implementar pro-gramas de salud reproductiva para aminorar el crecimiento poblacional[3], reducir la pobreza[4], mejorar la condición de la mujer ya que ello tiene efectos determinantes sobre el desarrollo, y evitar la deforestación a la vez que se protegen las fuentes de agua.

Lo anterior, en definitiva conllevará a la reducción de desastres en las montañas. Tales acciones deben adoptarse en forma compartida, con una nueva ética de conservación y orientación, para el beneficio de nosotros mismos y de las generaciones futuras.

Notas


  1. Presentado durante el d�a mundial para la reducci�n de desastres.
  2. Se consideran hogares insatisfechos en esta dimensión aquellos cuyo jefe de hogar es sin instrucción y que tiene cuatro o más personas dependientes por miembro ocupado.
  3. Con mayor énfasis ahora que el país cuenta con una Política de Desarrollo Social y Población.
  4. De igual forma, continuar impulsando la Estrategia de Reducción de la Pobreza que ha venido impulsándose a partir del 2001.


Siglas utilizadas:

CCAD Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo
FNUAP Fondo de Población de Naciones Unidas
INE Instituto Nacional de Estadística
MSPAS Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social

 


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