Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
América Latina y el Caribe  

Revista EIRD Informa - América Latina y el Caribe
Número:13 -2006 -12/2006 - 11-/2005 - 10/2005 - 9/2004 - 8/2003 - 7/2003 - 6/2002 - 5/2002 - 4/2001- 3/2001 - 2/2000 - 1/2000

 

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Nuevos enfoques para la Gestión del Riesgo
Lic. Gloria Bratschi, gbrat@lanet.com.ar
Especialista en Prevencion y Planificacion Comunicadora Social
Consultora Mendoza- Argentina

Ha llegado la hora de replantearnos algunos roles institucionales en la prevención –mitigación de desastres.Por partir de alguna fecha, sin que ello sea considerado como un antes y un después rígido, el mes de setiembre del 2001 ha permitido que subiese a la superficie una abrupta señal de que nos espera una reconversión del pensamiento.Este cambio,que antes de esa fecha ya evidenciaba su proceso, involucra a las organizaciones que se relacionan con el cuidado de la vida, de un modo inexorable.

Urge una   refuncionalización de las Direcciones de Atención de Emergencias, o de las Comisiones o Comités de Prevención de Riesgos, o de la Protección o Defensa Civil. Es decir, debemos cambiar sus culturas organizacionales, pues hay una nueva visión acerca de la Gestión del Riesgo. Lo que reposaba en la administración gubernamental, debe ahora incorporar nuevos actores de otros ámbitos.Debe incorporar ineludiblemente a las comunidades, las personas, sus voluntades, sus ideas,su creatividad, y también sus esperanzas.

Los fenómenos naturales, los peligros tecnológicos, toda acción emanada de la naturaleza o del  comportamiento humano, necesitan de una administración renovada, que comprometa de forma más directa a la población. Hay un repertorio actualizado de amenazas, que han salido de su estado larvario para presentarse en sociedad de un modo cruel y casi sádico. Y las comunidades deben ingresar  en la gestión de estos peligros de origen antrópico, pero derribando antiguos organigramas, viejos esquemas de trabajo y de administracion. Hoy la población pide “seguridad” .La seguridad es solo una percepción que surge de la prevención.

Las organizaciones aludidas deben incorporar representantes de las instituciones intermedias, de las ONGs., universidades, fundaciones, centros de investigación, de las agrupaciones de vecinos, de las redes de socorro y emergencias, etc. y, fundamentalmente, de la educación formal y de los medios de difusión.

La tarea que nos espera es de integración. Ya no interesa tanto que existan niveles autodenominados “de mando”, que mucho han burocratizado a estas instituciones. Hoy los niveles deben  ser de decisión, de propulsión de energía, horizontales, de equipo, por proyectos, o, dicho en otros términos, sin esas jerarquías obstaculizantes  del discernimiento, lo que no significa la eliminación de liderazgos operativos . Esos lideraz-gos no deben ser más “estrellatos”, ni concentración de poder. Hablamos de organizaciones más humanas que nunca. Hablamos de un nuevo mundo, atento a la persona, más que a los objetos.

Es una democratización de la Gestión del Riesgo que permitirá incluir a todos los sectores de la sociedad, con un solo fin consensuado. Y este consenso se logrará únicamente dinamizando a esta gestión. Hay nuevos escenarios en donde debemos  inaugurar otras tácticas y estrategias para minimizar las consecuencias de los nuevos peligros tecnológicos.

Hay tantos planes, programas y proyectos que están esperando ser implementados o tantos que no dieron resultados positivos, que es imprescindible, ante las nuevas condiciones de amenazas a la humanidad, que toda acción preventiva esté alimentada por el compromiso de los habitantes de cada región. Que la población sea quien esté en esos planes junto a quienes deben orientarla para optimizar la prevención- mitigación.

Hay que partir de la premisa de que “la prevención somos todos”, sin esperar que algún representante de algún organismo venga a decirnos, repetidas veces, cómo debemos proteger nuestras casas de una posible inundación, o de otra menaza o peligro, sino que la motivación , la educación, y el estímulo me hagan descubrir que está ese riesgo y cómo debo reducirlo. De abajo, hacia arriba, y transversalmente, debidamente asesorados, guiados, adecuadamente informados y comunicados, aportando ideas, creatividad, nuevos enfoques. La participación comunitaria no será efectiva si las organizaciones de prevención de riesgos y atención de emergencias no auditan, de forma inteligente los siguientes componentes:

• Misión y visión
• Valores
• Identidad
• Cultura
• Comunicación interna y externa
• Relaciones interinstitucionales
• Relaciones con la comunidad
• Relaciones con los medios de difusión

Para trabajar más intesamenente en la reducción de la vulnerabilidad ante los desastres, nuestras instituciones deben ahora revisar la funcionalidad de estos componentes y gestar, reiteramos, un verdadero cambio cultural-organizacional . Ahora, cada organismo gubernamental, cada empresa, cada ONG deberá preguntarse cómo, con qué  seguir adelante. Tenemos que ver qué pasa. De qué manera reformular la ausencia o deficiencia de planificación preventiva.Y estas nuevas actitudes naceran desde la base, desde las personas, desde los pueblos, desde la necesidad de no ser solamente el “ porcentaje”, “ el segmento”, “el público objetivo”, “el público meta”,” el mercado”, “la opinión pública”, “el consumidor”, “el usuario”, “el cliente”, entre otras denominaciones por el estilo. Ahora viene algo nuevo ante las nuevas amenazas tecnológicas. Un nuevo modo de ver la Gestión del Riesgo y de hacerla realidad, entre todos.

Tabajar unidos, más allá de cualquier diferencia,  será un homenaje a la vida, ahora que la humanidad toda está profundamente herida y que necesita ver alguna luz para aferrarse a la esperanza. Ojala que podamos colaborar para el cambio, con todas las fuerzas de nuestro corazón, cada uno en su región, cada uno en su lugar de trabajo, pero cada uno pensando en plural, en un “nosotros”.



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